No, no es cierto, la NASA no agregó un signo del zodiaco

A la agencia espacial NASA no le importa tu signo zodiacal ni la astrología; le importa la astronomía: ciencia que estudia los cuerpos celestes del universo. Entonces: ¿Qué fue lo que se prestó para que se dijera que ellos habían añadido un signo nuevo al zodíaco?

Desde hace un par de décadas, la agencia espacial NASA se ha dado a la tarea de popularizar el conocimiento científico para fomentar las vocaciones así como validar la importancia de sus hallazgos y de la necesidad de la inversión que hace el país en la ciencia, gracias a los impuestos de sus contribuyentes. Su sitio web es complejo y diverso, y ofrece material para todas las edades y con diferentes grados de dificultad sobre las misiones y fenómenos espaciales desde eclipses hasta tormentas solares.

Uno de esos apartados, de los más visitados, se llama El Lugar del Espacio y consiste en una web educativa para que niñas y niños se acerquen a la ciencia aprendiendo mediante actividades como hornear galletas inspiradas en las manchas solares o jueguen con una versión a escala de la sonda Curiosity en Marte.

En este mismo sitio web no aparece ningún tipo de nuevo zodiaco. Eso sí, hay una explicación en la que se detalla cómo los signos del zodiaco se originaron hace unos 3,000 años entre los babilonios, quienes los inventaron para nombrar las constelaciones que veían en el cielo.

“En la antigüedad, los astrónomos no entendían completamente cómo la Tierra, el Sol y las estrellas se movían. Tampoco tenían idea de que el universo era tan vasto, pero eran agudos observadores del cielo y trataron con ahínco de entenderlo”, asegura el site.

El texto educativo narra que las constelaciones fueron símbolos importantes para las personas y eran usadas para contar historias de sus dioses y otros mitos. También explica que los babilonios separaron el cielo en 12 partes –como cortando una pizza para 12 comensales– y asignaron una constelación para cada una.

Como la Tierra gira alrededor del Sol, este “parece pasar a través de cada una de esas 12 partes del zodíaco”. Además, como en la antigua babilonia ya se usaba un calendario de 12 meses (en función de las fases de la luna), a cada mes del año se le ‘asoció’ una porción del zodiaco para sí mismo”, detalla la página web de NASA, tratando de describir por qué esto se relaciona con los meses que conocemos.

Pero hay más, y aquí fue donde, de forma aún inexplicable, se originó la información inexacta.

NASA continúa en el texto educativo contando que desde esos mismos babilonios, se sabe que ellos identificaron 13 constelaciones y no solo las 12 que se conocen popularmente, pero que decidieron dejar de lado una de ellas porque no les calzaba en su diseño de ‘pizza’ del cielo. A esa constelación se la llamaba Ophiuchus u Ofiuco. ¿La habías escuchado nombrar? ... Yo tampoco.

Finalmente, la agencia detalla que si bien durante una vida humana la percepción de la ubicación de las estrellas no cambia tanto como para notarlo a simple vista, cuando los científicos miden el tránsito de esos cuerpos celestes durante los últimos miles de años es posible afirmar que la posición de las estrellas y de las constelaciones que conforman, ha variado. Eso significa que “ya no se encuentran en el mismo sitio en que estaban cuando las vieron los babilonios, hace 3,000 años”, más no sugiere en ninguna parte que le hicieron 'campo' a una constelación adicional que deba ser añadida al zodíaco.

El artículo que interpreta ambas afirmaciones como la adición de un nuevo signo zodiacal apareció en la edición británica de Cosmopolitan y fue recogida por otros medios como Yahoo News y AOL, entre otros.

“Nosotros no cambiamos los signos del zodiaco, sencillamente aplicamos matemáticas”, dijo el portavoz de la NASA, Dwayne Brown, al portal Gizmodo. Y añadió: “El artículo publicado en el ‘Lugar del Espacio’ se basaba por completo en el hecho de que la astrología no es astronomía, en cómo la astrología sencillamente es una reliquia de la historia humana y menciona los tipos de cálculos matemáticos y la ciencia que resultó de la curiosidad humana de mirar al cielo nocturno”.