Rugidos aterradores desde el último piso: los leones africanos que viven en una azotea en Ciudad de México (fotos)
Los ruidos de los autos en una avenida de Ciudad de México se mezclan con los potentes rugidos de tres leones africanos que habitan en la azotea de una casa y a veces provocan que algún vecino llame despavorido a la policía.
Omar Rodríguez, un empresario de 48 años, es el dueño de una manada de leones que vive en la azotea de una vivienda en Ciudad de México.
"Yo sí estoy bien consciente de lo que tengo, si no los manejas bien se vuelven bien incómodos, o sea no es un perro que puedas tener en la sala de tu casa", dijo Rodríguez a la agencia AFP.
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La presencia de los felinos en una residencia fue denunciada por usuarios de redes sociales, lo que movilizó a los cuerpos de seguridad, ambientalistas y periodistas. El dueño de los animales, lejos de esconder la guarida de cemento que tiene en su techo, mostró los permisos correspondientes y dejó que algunos visitantes comprobaran con sus propias manos que son "inofensivos".
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Rodríguez no dio detalles sobre el camino que recorrieron los animales hasta llegar a su casa de clase media en Ciudad de México. Dice que los compró y que uno de ellos llegó sin garras.
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Primero tuvo a Nojoch, un león blanco (en la parte inferior de la foto) que adquirió de cachorro junto a Gorda, de pelaje café, ambos de año y medio. Después adquirió a Numbi (al fondo), una leona blanca, ahora de 8 meses. Los leones blancos son una subespecie muy rara en el mundo animal producto de un gen recesivo inhibidor del color, que está en peligro de extinción.
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Nojoch, Gorda y Numbi viven en el techo de una casa de dos pisos con barrotes altos y reforzados. Tienen un cuarto "trampa" donde comen y duermen, y sirve para mantenerlos separados en caso de emergencia. "Nunca, nunca" ha habido ningún problema, asegura Rodríguez.
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Los leones no pelean entre ellos y sorprendentemente tampoco con Nerón, un rottweiler también propiedad de Rodríguez. Este asegura que una vez los felinos protegieron al can de la amenaza de otro perro. Parte de la fórmula para que no sean agresivos, prosigue, es
"convivir con ellos todos los días", además de "sobrealimentarlos" con más de 10 kilos de pollo a cada uno.
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Rodríguez asegura que su principal motivación es conservacionista. "Yo quiero que mis nietos y los tuyos conozcan un león blanco", enfatiza. "Hay seres humanos que son más peligrosos", concluyó.