Gracias a los movimientos feministas en los años setenta, surgió el término ‘violencia doméstica’, el primer paso para romper el silencio y nombrar las agresiones que sufrían las mujeres dentro de sus hogares por parte de novios, esposos y padres. Víctimas de estos casos en Georgia narran cómo han enfrentado y han protegido sus vidas con ayuda de las autoridades, de organizaciones sociales y de refugios.