NUEVA YORK.- Las fiestas de fin de año siempre vienen llenas de emoción y con un toque de magia, pero a veces para los niños son demasiados estímulos. Eso puede significar dos cosas: drama en casa y estrés para los más pequeños.
Cómo manejar los berrinches de los niños en Navidad, según expertos
Entre luces, regalos y rutinas con cambios, los niños viven la Navidad de forma intensa. Conoce cómo puedes hacer la temporada más llevadera para toda la familia.


Para muchas familias, la temporada de la Navidad suele estar acompañada de berrinches, cambios de humor y la presión (para los papás) de que todo salga perfecto. Y aunque parezca contradictorio, los expertos dicen que este desorden emocional no solo es común, sino completamente predecible, lo cual, en realidad, puede ayudar a los padres a prepararse.
“Los niños pueden tener problemas de conducta durante las fiestas porque se sobreestimulan con tanta emoción y anticipación, lo que puede llevar a irritabilidad o explosiones emocionales”, explica la Dra. Gail Saltz, profesora asociada de Psiquiatría en el New York Presbyterian Hospital, Weill-Cornell Medical College, y psicoanalista en el New York Psychoanalytic Institute.
Según Saltz, también es normal que sientan decepción cuando algo no coincide con lo que imaginaron o lo que tenían en su lista de deseos. “Eso puede provocar llanto, berrinches, enojo o actitudes que a veces suenan a niños malcriados. Pueden pedir cosas que simplemente son demasiado porque todavía no entienden los límites. Algunos incluso muestran regresiones en su comportamiento porque, aunque las fiestas son divertidas, también pueden ser estresantes, especialmente para los padres, y los niños suelen absorber ese estrés”.
La especialista recomienda hablar con anticipación sobre el ambiente que quieren para las fiestas, establecer expectativas reales y fomentar la gratitud por lo que ya tienen. “También es importante no saturarlos con demasiadas reuniones y actividades, para que tengan tiempo de descansar y autorregularse”.
A todo esto se suma un factor muy común y es el fin de las rutinas. La falta repentina de estructura escolar es una de las razones por las que muchos niños pequeños batallan en diciembre, explica Allie Klein, cofundadora de Charmspring.
“Sin los ritmos de la escuela, los niños pueden sentirse desestabilizados, y eso suele verse como emociones intensas o conductas retadoras”, señala Klein.
Ella sugiere que , aunque no haya clases, los padres pueden mantener un ritmo suave en casa con un horario visual. “Usa una herramienta, como un organizador para delinear con tu hijo las actividades del día. Mientras lo hacen, hablen sobre cuándo ocurrirán los momentos especiales de las fiestas, como decorar el árbol o visitar a la familia. Los niños prosperan con previsibilidad, y saber qué esperar, especialmente cuando las cosas cambian, les ayuda a mantenerse regulados”.
Pero no todo es culpa del caos navideño infantil, t ambién está la presión que muchos padres sienten por “crear una Navidad perfecta”.
“Uno de los mayores retos durante la temporada es esa presión de lograr unas fiestas perfectas: regalos, salidas, recuerdos perfectos. Esa expectativa puede convertir algo alegre en algo abrumador”, dice Klein.
La clave, según ella, está e n bajar un poco la exigencia y enfocarse más en los momentos simples y significativos. “Los niños no recuerdan las envolturas impecables ni los planes elaborados. Recuerdan cómo se sintió la temporada”, comenta.
Conforme los niños entran a la etapa de la preadolescencia, las lecciones sobre gratitud, y también sobre generosidad, se vuelven aun más importantes. Así lo señala Peter Shankman, emprendedor y autor bestseller de Faster Than Normal: Unlocking the Gifts of the ADHD Brain y The Boy With the Faster Brain.
“El mayor problema que enfrento como padre soltero de una niña de 12 años es que quiere todo. Como todos los niños. Quieren cada juguete, cada maquillaje, cada perfume, lo que sea”, cuenta Shankman.
“ Una de las cosas que trato de hacer es enseñarle que las fiestas se tratan de dar, no solo de recibir. Así que, aunque recibe un par de regalos, también dedicamos al menos dos noches este mes a hacer voluntariado. Ya sea en un refugio para personas sin hogar, un banco de alimentos, un comedor comunitario… algo así”, explica. “ La idea es que entienda que el verdadero valor de recibir viene de dar. No es una cosa o la otra, es ambas”.
Esta cosa se realizó en colaboración con TMX.
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