LOS ÁNGELES, California.– Los protagonistas de uno de los crímenes más mediáticos y recordados del país, los hermanos Lyle y Erik Menéndez, se volvieron a ver después de 22 años este miércoles en una prisión del sur de California donde ahora ambos terminarán de cumplir sus cadenas perpetuas por el asesinato de sus padres en agosto de 1989 en su mansión de Beverly Hills.
Los hermanos Menéndez, que mataron a sus padres en 1989, se reencuentran 22 años después en la misma cárcel
Lyle y Erik Menéndez fueron condenados a cadena perpetua en prisiones separadas en 1996 por el asesinato de sus padres en su mansión de Beverly Hills. Ahora, tras más de dos décadas sin verse, compartirán durante las horas de comida y ejercicio en la prisión R.J. Donovan de San Diego.

Tras más de dos décadas sin verse, Erik, de 47 años, y Lyle, de 50, se reencontraron en la prisión R.J. Donovan de San Diego, según informó Terry Thornton, vocera del Departamento de Correccionales de California.
Lyle fue trasladado en febrero de la prisión estatal Mule Creek en el norte de California a este centro correccional, donde ya estaba Erik, luego de que su clasificación de reo de máxima seguridad se redujo. Sin embargo, ambos vivían en unidades diferentes –esta cárcel tiene unos 3,900 presos– y no se habían visto aún, hasta este miércoles cuando Erik fue reubicado en la misma unidad que su hermano.
En esa unidad los reos se comprometen a participar en programas educativos y de rehabilitación sin pelear o perturbar el ambiente. "Ellos pueden interactuar los unos con los otros, todos los presos en esa instalación", dijo Thornton.
Los hermanos fueron condenados a prisión de por vida en 1996 luego de ser encontrados culpables por haber matado a tiros a sus padres, José y Kitty Menéndez cuando estos veían televisión en la sala de su casa el 20 de agosto de 1989. Desde entonces fueron enviados a prisiones separadas y no se veían, aunque mantuvieron contacto todos estos años.
Sobre el momento del reencuentro no hay muchos detalles, más que "rompieron en llanto inmediatamente" y "se abrazaron por un par de minutos sin decir ninguna palabra", según contó al canal ABC el periodista Robert Rand, quien ha cubierto este caso desde sus inicios. "Después los oficiales de la prisión los dejaron pasar una hora juntos en un cuarto".
Los hermanos habían pedido dos décadas atrás, luego de su sentencia, ser enviados a la misma prisión. Pero los funcionarios penitenciarios dijeron en ese entonces que se oponían a poner cómplices de crímenes juntos y los detectives de Beverly Hills que investigaron los asesinatos argumentaron que podrían conspirar para escapar si los enviaban juntos a la cárcel.
La abogada que defendía a Erik, Leslie Abramson, calificó esta decisión de "cruel y despiadada".
Durante estos años, mantuvieron la comunicación. En una entrevista que Lyle dio desde la cárcel a la revista People en Español, en enero del año pasado, aseguró: "nuestra relación nunca ha cambiado". "Es muy cercana. Nos escribimos con frecuencia. Hasta jugamos ajedrez por correo, pero es un poco lento".
Sus juegos de ajedrez ya no tardarán tanto, pues ahora compartirán durante las horas de comida y ejercicio en la prisión R.J. Donovan de San Diego, donde se reencontraron este miércoles.
Por quedarse con la fortuna familiar
Lyle, quien tenía en ese entonces 21 años, y Erik, quie tenía 18, admitieron haber disparado mortalmente con escopetas a su padre, un ejecutivo de la industria del entretenimiento, y a su madre; pero dijeron haberlo hecho por temor a que sus padres los mataran para evitar que ellos destaparan los abusos sexuales por parte del papá, de los que –aseguraron– fue víctima por muchos años Erik.
Su abogado insistió que los asesinatos fueron en defensa propia, ya que los hermanos afirmaban que el abuso por su padre durante años ocurrió sin que su madre los defendiera.
Los fiscales alegaron que no había evidencia de esos abusos y acusaron a los hermanos de haber asesinado a sus padres para quedarse con su multimillonaria fortuna. Las sospechas de este móvil llegaron luego de que Lyle y Erik se dedicaron a gastar enormes cantidades de dinero en lujos, propiedades y viajes en los meses siguientes a la muerte de sus progenitores.
Lo que finalmente los incriminó fue una pista que la amante del psicólogo de Lyle le dio a la Policía, pues el joven le confesó el crimen bajo secreto médico a su terapeuta y posteriormente lo amenazó. Así se logró el arresto de ambos siete meses después de los asesinatos.
El jurado rechazó la pena de muerte para los hermanos Menéndez por no tener ningún historial delictivo ni violento, por lo que recomendó para ellos cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
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