LOS ÁNGELES, California.- Este fin de semana , familias mexicano-estadounidenses en distintos puntos de Estados Unidos honran a sus seres queridos fallecidos con ofrendas, flores de cempasúchil y calaveritas de azúcar, en una tradición que se arraiga en las raíces indígenas de México y que en la última década ha ganado visibilidad internacional. A la par, crece un debate interno sobre cómo mantener vivo el significado original del Día de Muertos en medio de su popularización y comercialización.
Altares, cempasúchil y debate cultural: así evoluciona el Día de Muertos en EE.UU.
Crece la presencia del Día de Muertos en espacios públicos y festivales en EE.UU., más allá de los altares familiares, mientras las grandes cadenas venden productos y kits para ofrendas, generando críticas por la comercialización y apropiación cultural.

Históricamente, el Día de Muertos ha sido un ritual íntimo y familiar: altares dentro del hogar, visitas a panteones, música favorita de los difuntos y platillos tradicionales como mole, tortillas y chocolate. Para muchas familias, colocar objetos personales, desde puros hasta una botella de mezcal, junto a fotografías, papel picado y veladoras forma parte de un acto de memoria y conexión con quienes ya no están.
Además de las flores y las calaveras de azúcar, un símbolo central son los esqueletos, concebidos como representación del regreso temporal de los muertos al mundo de los vivos, un ciclo anual que muchos comparan con la siembra y la cosecha.
Sin embargo, las imágenes tradicionales conviven ahora con nuevas formas de celebración influenciadas tanto por la cultura digital como por la industria del entretenimiento. Según Cesáreo Moreno, curador jefe del Museo Nacional de Arte Mexicano en Chicago, la película animada “Coco”, estrenada en 2017, marcó un punto de inflexión en la forma en que se percibe la festividad. La cinta contribuyó a que personas fuera de la comunidad conocieran el Día de Muertos y adoptaran su estética y simbolismo, pero también impulsó su comercialización y su incorporación al circuito “mainstream” cultural.
En Estados Unidos, ciudades con poblaciones diversas organizan festivales, talleres y desfiles inspirados en la tradición mexicana. En la Ciudad de México, un desfile anual, popularizado tras la película “007: Spectre”, refleja también la influencia de la cultura global en la reinterpretación pública de la fecha.
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Un tradición que choca con la modernidad
En paralelo, surgen posturas encontradas respecto a la estética minimalista que algunas personas han comenzado a adoptar en los altares, eliminando elementos como el papel picado y la saturación de colores. Para Moreno, innovar en la presentación no representa un problema siempre que se conserve el sentido espiritual. Para otros miembros de la comunidad, como la mexicana-estadounidense Ana Cecy Lerma, existe el riesgo de que algunos montajes respondan más al interés por generar contenido para redes sociales que a un acto de memoria familiar.
La expansión comercial del Día de Muertos ha generado críticas adicionales. Sehila Mota Casper, directora de Latinos in Heritage Conservation, advierte que grandes cadenas en Estados Unidos comercializan kits para crear altares sin necesariamente promover el contexto cultural adecuado, lo que abre discusiones sobre apropiación cultural y respeto a las tradiciones.
Aun así, hay quienes ven en la difusión una oportunidad para fomentar el entendimiento cultural. Beth McRae, residente de Arizona y California, arma ofrendas desde 1994 y afirma hacerlo con respeto, utilizando artesanías mexicanas y enfocándose en recordar a sus seres queridos. En la comunidad también persisten voces que apuestan por la evolución. Salvador Ordorica, mexicano-estadounidense en Los Ángeles, sostiene que las tradiciones deben transformarse para mantenerse vigentes en las nuevas generaciones, siempre y cuando el núcleo espiritual y familiar permanezca intacto.
Las celebraciones continúan adaptándose mientras las comunidades en Estados Unidos y México buscan mantener vivo un ritual que honra la memoria, refuerza el sentido de pertenencia y conecta a las familias con sus raíces.









