Pablo Flores, el soldador hispano que utiliza su talento para ayudar a vendedores ambulantes

Pablo Flores no solo disfruta de su trabajo y agradece que le permita sostenerse: ahora también puede dar gracias porque, con su talento, puede brindarle oportunidades a otras personas, como a los vendedores ambulantes.

Video Él es Pablo, el latino que con sus manos está ayudando a vendedores ambulantes a alcanzar sus sueños

FRESNO, California - Los ruidos del corte de metales y de la soldadura son constantes en el taller de Pablo Flores, una actividad que no solo disfruta y le ha permitido sostenerse durante los últimos años, sino que también le permite dar oportunidades a otras personas.

Pero hace un par de meses, su labor se diversificó, y pasó de cortar solo puertas, ventanas y otras estructuras, a construir carritos móviles para vendedores ambulantes.

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Las manos de Pablo han sido la herramienta para que los vendedores ambulantes tengan un medio de sobrevivencia; ya varios de los carritos han pasado la inspección del Departamento de Salud del Condado de Fresno.

“Me contactaron y dijeron que tenían mucho tiempo batallando con el que se los estaba haciendo y dijeron que si podía ayudarles para hacerlos”, relata a Univision 21.

Pablo Flores, el soldador que lleva a la realidad el sueño de los vendedores ambulantes

Esa conversación cambió totalmente el futuro de los vendedores ambulantes; algunos de ellos dijeron que tenían meses o incluso años sin saber qué le pasaría a su pequeño negocio.

“Teníamos ya dos años que lo habíamos mandado a hacer pero el muchacho no nos cumplió. Gracias a Pablito, que nos echó la mano, en tres meses nos tuvo nuestro carrito”, reconoce una mujer, vendedora ambulante.

Pablo Flores fue contactado por el grupo y logró hacer la visión de ellos una realidad. “Cada quien nos hace un dibujo: ‘¿Sabes qué? Yo quiero mi carrito así’ y nosotros tratamos de hacérselo lo más posible como ellos lo quieren”, destaca el trabajador hispano.

No es la primera vez que Pablo ha logrado construir algo similar, pero en este momento está enfocado en carritos.

Como inmigrante, el soldador hispano reconoce la difícil situación por la que pasan los vendedores de comida, por lo que les da un plan flexible de pagos. “Me dan un anticipo de $1,000 para comprar los materiales y comenzar el proceso. Ya como se va haciendo el carrito, me pueden ir dando pagos y una vez que esté terminado todo, entonces sí me terminan de pagar”, destaca.

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Y es que cada carrito es diferente, pero el costo va de los $5,000 a los $8,000.

Pablo se siente orgulloso de que su trabajo pueda ayudar a la comunidad. “ Yo también soy migrante (…) y lo que me da gusto es poder ayudarlos para que tengan un sustento para sus familias. Yo sé que todos estamos batallando aquí con lo que está pasando, pero en lo que podamos ayudarles, aquí estamos para servirles a todos”.

Con información de Noé Ortega.

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