«Yo Soy Agua»: la iniciativa que empodera a las niñas a confiar en su potencial

Desde que es capaz de recordar, Hanli Prinsloo ama nadar. A pesar de vivir lejos del océano, en la universidad conoció a un buceador libre y se dio cuenta de que eso era exactamente lo que ella quería.

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El buceo libre o apnea es un deporte extremo que consiste en suspender voluntariamente la respiración dentro del agua, mientras se recorre largas distancias o se desciende grandes profundidades.

Con este arriesgado deporte, la sudafricana Hanli Prinsloo logró obtener muchos récords; en concreto, durante su carrera rompió nada más y nada menos que 11 récords sudafricanos. Y fue la primera sudafricana en alcanzar los seis récords libres de buceo al mismo tiempo.

Su gran amor por el agua la llevó en 2010 a crear una organización sin ánimo de lucro llamada I AM WATER Ocean Conservation Trust, con el objetivo de proteger a los océanos mediante la educación.

Para Hanli Prinsloo es importante conectar a las personas con los océanos no solo para ayudar al medio ambiente, sino además para que las personas puedan experimentar las cualidades sanadoras del agua.

Trabajando junto a expertos marinos y buceadores libres, la organización proporciona experiencias en el océano para las comunidades costeras desfavorecidas, sobre todo para las niñas que por primera vez entran en contacto con el agua.

 Derribando temores y cambiando percepciones

El programa de I AM WATER busca la hermandad y el empoderamiento de mujeres y niñas, para salir de sus zonas de confort y animarse a probar algo por primera vez. Asimismo, busca generar conciencia acerca de los océanos, participando en las discusiones globales sobre el medio ambiente.

La organización trabaja en Sudáfrica, Mozambique y Bermuda y busca conectar a los niños con el agua. Por ejemplo, en Mozambique la organización se asoció con un orfanato para ayudar a los niños a bucear y nadar en el océano.

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Pero para Hanli lo más importante ha sido el trabajo con las niñas de Ciudad del Cabo y Durban, en la medida en que les ha permitido cambiar su percepción de sí mismas y desafiar algunos de sus temores más profundos para así poder tener nuevas perspectivas e ideas sobre lo que la vida tiene para ofrecer.

Si bien se ha podido demostrar que el efecto del agua y el océano en los seres humanos genera cambios neurológicos, psicológicos y emocionales positivos, las barreras impiden que muchas mujeres y niñas puedan conectarse con el agua.

Muchas crecen en hogares en los que se le teme al océano, pero también los roles asociados al género limitan mucho, ya que se tiende a animar a los varones a que prueben nuevas actividades y exploren, y a las niñas a quedarse en sus hogares.

A pesar de su gran amor por el deporte y su exitosa carrera en el buceo libre, el impacto de su organización con las mujeres y niñas es lo que más ha dejado huella en su vida:

«No somos conquistadores, no necesitamos romper el espíritu de los océanos, somos lo suficientemente fuertes como para reconocer gran belleza y poder infinito, apreciar y cultivar, proteger y compartir. Somos como el agua», asegura.

Sin duda la iniciativa de esta deportista busca cambiar la vida de miles de niños que lo necesitan. Pero además nos enseña a todos acerca del increíble poder del agua y la importancia de preservarla.