Ya desde 1800, la delgadez extrema (lamentablemente) estaba de moda

Las tendencias de moda encuentran su inspiración en las cosas más extrañas que te imaginas. El look « heroin chic» fue la última moda en los años 90. La idea era verse como adictos a la heroína: extremadamente delgados, con círculos debajo de los ojos y pálidos como fantasmas.

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Por un breve, brevísimo momento a fines de siglo XX verse como un drogadicto en su etapa final era el estándar de belleza de las mujeres, con Kate Moss como persona de referencia. Pero si crees que esta fue la tendencia más problemática de la historia estás muy equivocado.

Los europeos de la era Victoriana tenían unos estándares de belleza aún más dañinos y mortales que los que tenemos hoy en día. Si piensas en las mujeres de hace 200 años probablemente imaginarás personas pálidas, con corsets que las estrujan y faldas enormes que les limitan el movimiento. Lo que no te imaginas es que todo eso estaba inspirado en la tuberculosis.

La tuberculosis era tan común, de hecho, que se cree que para fines del siglo XIX el 70 o 90 % de la población urbana en Estados Unidos y Europa habían sido infectados. Tan común que Verdi y Puccini escribieron sobre heroínas que morían de tuberculosis en sus óperas y hasta Lord Byron, como buen romántico, deseaba enfermarse.

En su libro, Spitting Blood: The history of Tuberculosis, Helen Bynum recuerda que el poeta inglés le dijo a un invitado que quería morir de la enfermedad y cuando él le preguntó por qué, Byron le respondió: «porque las mujeres dirían: “mira al pobre Byron, ¡qué interesante que se ve muriendo!”».

Según Bynum, la enfermedad les daba un «aire de sufrimiento noble». Era tan romántico como, digamos el uso de la heroína en los años 90. Pero, como la droga, no tenía nada de romántico y todo de horrible. La enfermedad afecta los pulmones y, antes de que existieran los antibióticos, los infectados se iban consumiendo de a poco, perdían el apetito, se ponían pálidos, tenían problemas para respirar y, por supuesto, a los europeos les pareció de lo más fashion.

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Tuberculoso chic

«Entre 1780 y 1850 hay una estetización de la tuberculosis que se entrelaza con la belleza femenina», explicó a la revista Smithsonian Carolyn Day, autora de « Consumptive Chic: A History of Fashion, Beauty and Disease».

Según Day, «la tuberculosis realza las cosas que ya se habían establecido como bellas en las mujeres». En esa época la mujer era más bella cuanto más frágil era y cualidades como la delgadez extrema, la piel pálida y la pérdida del apetito eran consideradas deseables. 

Para lograr el look « tuberculoso chic» las mujeres de clase alta se maquillaban el rostro para que pareciera más blanco y se pintaban los cachetes de rosa para aparentar la fiebre, uno de los síntomas más comunes de la enfermedad.

Además, la indumentaria comenzó a acompañar el look de enfermo. Los corsets que estamos acostumbrados a ver en películas de época estaban pensados para minimizar las cinturas de las mujeres y las polleras voluminosas para crear un contraste y que las cinturas se vean diminutas en comparación.

Durante ese tiempo se creía que la enfermedad era hereditaria, pero en 1882 Robert Koch descubrió la bacteria que causa la enfermedad y las cosas cambiaron. Los científicos comenzaron a entender que los responsables de la enfermedad eran organismos microscópicos en el aire y que las culpables de llevar los gérmenes de un lugar a otro eran, naturalmente, las mujeres y sus polleras largas. Fue así que la moda victoriana fue evolucionando, los corsets se extendieron y también las cinturas.

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Además los doctores empezaron a prescribir el sol como una forma de combatir la enfermedad. Así fue como, de a poco, las faldas se fueron achicando, los corsets desaparecieron y la palidez hizo lugar a un mucho más saludable bronceado, ahora si tan solo la delgadez extrema desapareciera de las pasarelas de moda...

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