Los gatos siempre caen parados, ¿verdad? No exactamente. Los expertos de la Universidad de Veterinaria en Viena dicen que esto no siempre es así y advierten a los dueños de gatos que viven en apartamento que cierren sus ventanas.
¿Vives en apartamento y tienes gatos? ¡Cierra las ventanas!

La curiosidad mató al gato

Sobre todo en los meses de verano, las caídas son muy comunes y nuestros amigos felinos no siempre salen bien parados. El problema es tan común que los veterinarios ya le han dado un nombre: el « síndrome del edificio».
La gran mayoría de los gatos aman las alturas y están acostumbrados a manejarse en estas circunstancias. Son animales muy inteligentes y con un gran instinto de supervivencia, por lo que no tienden a saltar de las ventanas porque sí (incluso si te niegas a darles atún o traes un cachorrito a la casa). En general, se trata de caídas accidentales.
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Los gatos son cazadores por naturaleza y no pueden suprimir su instinto. Algunas distracciones, como pájaros o insectos, pueden tentarlos y hacer que intenten saltar de balcones o ventanas. No solo eso, sino que, como todo dueño de gato sabe muy bien (probablemente tras sufrir un par de arañazos involuntarios), los gatos pueden ser muy asustadizos y cualquier ruido repentino podría hacer que pierdan el equilibrio y caigan.
Si esto les sucede cuando están en un árbol, sus filosas uñas pueden aferrarse a la corteza y evitar la caída justo a tiempo. Sin embargo, sus cuerpos no están preparados para aferrarse a superficies de hormigón y otros materiales, por lo que la pérdida de equilibrio suele resultar en una caída. Quizás con el tiempo la evolución les otorgue garras diseñadas para ventanas y paredes… Tememos por el futuro de nuestros hogares si esto sucede.
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Aterrizaje forzoso

Como dijimos anteriormente, los gatos no siempre caen parados. Sí es verdad que los gatos cuentan con lo que se denomina « reflejo de enderezamiento». Este les permite orientarse (determinar qué es «arriba» y qué es «abajo») y rotar el cuerpo para que sus patas queden hacia el suelo. Además, cuentan con un esqueleto extremadamente flexible que les permite realizar esta rotación con facilidad. A esto se suma que la relación entre su peso y volumen hace que puedan disminuir la velocidad de caída al extender sus patas.
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Pero, por más mínimo que sea, esta rotación lleva un tiempo y, si la altura es demasiado baja, el animal puede aterrizar de lado y… bueno, el resultado puede no ser el mejor. Además, incluso si la altura de la caída sí les permite caer de pie, no quiere decir que salgan ilesos. Muchas veces, la fuerza de la caída puede ser demasiada para sus cuerpos y pueden terminar con lesiones graves, incluso fatales.
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Este fenómeno es particularmente común durante el verano, cuando la gente abre las ventanas para refrescar las casas. Los expertos sugieren usar mosquiteros u otras protecciones similares para poder abrir las ventanas sin poner a estos animales en riesgo.







