Un paraiso poco poblado en la polinesia francesa
La isla de Bora Bora se ubica en la polinesia francesa, cerca de Thaití. Este destino aún no es muy masivo, lo cual lo convierte en un lugar paradisíaco para poder disfrutar de paz y tranquilidad, por qué no en una luna de miel.
En realidad Bora Bora no es una isla, es un atolón. Los atolones son islas volcánicas, alrededor de las cuales se forma un arrecife de coral, hundiéndola cada vez más y más. Los atolones terminan siendo una plataforma terrestre rodeada de arrecifes de coral, formando un anillo sobre su costa.
Este paraíso goza de aguas plenamente cristalinas y de colores que recorren todo el espectro entre el azul y el verde. Las partes del agua que tienen un color más intenso son las más profundas, y lo inverso ocurre con las más llanas. Por esta agua puede bucearse para conocer los arrecifes de corales que existen alrededor de la isla; también se puede ver a los nativos del lugar alimentando tiburones; o también puede vivirse la curiosa experiencia de navegar las aguas en un bote de vidrio, contemplando las bellezas marinas que abundan bajo la superficie.
Para alojarnos en este paraíso de verdes y azules, podemos hacerlo en los bungalows que están construidos sobre llanísimas aguas, en los cuales puede pasarse toda una tarde sentado, contemplando relajadamente la belleza del lugar sin aburrirse.
El principal atractivo de Bora Bora son sus colores y sus aguas. Pero también podemos visitar pueblos de la isla donde se pueden recorrer sus mercados y conseguir productos típicos de la isla. Los pueblos recomendables son Vaitape, Faanui y Anau.
Sea para desenchufarse y perderse en la inmensidad de los colores de la isla, en una luna de miel para disfrutar de los mejores momentos que traerán recuerdos imborrables, o en un viaje familiar, Bora Bora es harto recomendable como destino. ¡Pero apúrense antes de que se vuelva un lugar masivo y repleto de turistas!
Via | todoellas