Un camino hacia la libertad: conoce a la mujer que aprendió a leer a los 60

Para muchos de nosotros, la vida como lectores comenzó hace mucho tiempo, en los años escolares. En la vida de Florence Cheptoo, una mujer de 60 años que vive en una aldea rural de Kenya, las cosas ocurrieron en un orden cronológico un poco diferente. Para ella, el día en que su nieta llevó un libro a casa después de la escuela fue el día en que empezó a interesarse por la lectura.

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Aprender a leer sin duda abrió una dimensión nueva en su vida. «Ahora puedo distinguir lo que es bueno y malo en la sociedad», afirma Florence en una entrevista con la BBC.

Las fuerzas invisibles

La chispa que dio inicio al cambio fue una donación de libros por parte de Book Aid International, una organización que distribuye libros donados por editoriales británicas. La escuela local realizó préstamos para que los niños pudieran llevarlos a sus casas. Sin embargo, cuando las publicaciones llegaron a destino se pudo visibilizar una dura realidad: la gran mayoría de los padres y abuelos de los niños no sabían leer.

Una vez que percibieron esta situación, las maestras de la escuela se pusieron en marcha y crearon clases de alfabetización para adultos.

Otros caminos

Cuando era niña, expresa Florence, sus padres no le dieron importancia a la educación. Creían que lo mejor para su hija era que se casara y cuidadara del ganado. Hoy en día las cosas han cambiado... y mucho. No solo las nuevas generaciones van a la escuela, sino que muchos adultos de la aldea han ingresado por primera vez a la sala de aula.

Pero Florence no es la mayor de su clase: tiene un compañero octogenario. Si bien el hombre posee baja visión y no logra progresar demasiado en sus habilidades de lectura, cuenta que va a las clases porque es importante que otros miembros de la aldea lo vean allí, para dar a entender que aprender a leer es importante.

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Nuevos horizontes

A través de la lectura, un mundo nuevo se abrió para Florence. Ahora puede, entre otras cosas, leer periódicos para enterarse de qué pasa en el mundo, comprender las etiquetas de los medicamentos que toma y recibir los boletines escolares de sus nietos para saber cómo les está yendo en la escuela.

Según explicó Florence en una entrevista con la BBC, lo que más le gusta es leer historias, poder leer la Biblia por sí misma y ver dónde quedan las diferentes partes del país en mapas. Además, afirma, está leyendo libros de agricultura para aprender cómo trabajar mejor la tierra. En esta línea expresó: «Ahora me siento parte de aquellos que viven en el mundo moderno».

Los libros como salvavidas

La organización Book Aid International distribuye un millón de libros al año. La mayoría de ellos tiene como destino bibliotecas africanas. Emma Taylor, quien trabaja en la organización, visitó el proyecto en el que Florence aprende a leer y afirma:

«Es una experiencia increíblemente poderosa. [...] Abre la puerta a muchísimas cosas que damos por sentado».

Sin lugar a dudas, la literatura y la alfabetización son armas increíblemente poderosas. No se trata solamente de que el conocimiento es poder, sino también de que, para muchos (entre los que me incluyo), constituye un refugio en un mundo interior para enfrentar la adversidad.

Esperamos que las iniciativas de este tipo se repliquen alrededor del mundo y que muchas más personas, sin importar su edad, puedan conocer el placer de la lectura.