Uber en medio de la polémica tras acusaciones de sexismo en la compañía

Se podría decir que Uber es una compañía acostumbrada a las controversias, ya que desde su crecimiento internacional y su llegada a países de todo el mundo ha enfrentado toda clase de disputas legales, rechazo de gobiernos y taxistas y hasta protestas y manifestaciones en su contra.

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Pero en los últimos tiempos también ha experimentado otra clase de reveses, de esos que no se solucionan mediante vacíos legales y que afectan más bien a la imagen pública de la empresa y su dirigencia. El último de ellos se originó este domingo, gracias a la historia que Susan J. Fowler, una ingeniera que trabajó para Uber durante un año, difundió en su blog.

Su relato comienza así:

“Me fui de Uber en diciembre y me incorporé a Stripe en enero. Me han hecho muchas preguntas sobre por qué me fui y cómo fue mi paso por Uber. Es una historia extraña, fascinante y levemente horrorosa que merece ser contada, mientras todavía tenga fresco el recuerdo, así que aquí vamos”

Fowler cuenta que se unió a la compañía en noviembre de 2015, un tiempo ideal para sumarse como ingeniera en el área de SRE ( Site Reliability Engineering) ya que las cosas allí todavía eran lo suficientemente caóticas como para que hubiera mucho trabajo por hacer.

Después de un par semanas de capacitación, finalmente se unió a un equipo de trabajo del área de SRE, e inmediatamente las cosas comenzaron a ponerse extrañas:

“En mi primer día oficial en el equipo, mi nuevo supervisor me envió una cadena de mensajes a través del chat de la compañía. Dijo que estaba en una relación abierta, y que a su novia le estaba resultando fácil encontrar nuevos compañeros, pero a él no tanto. Estaba intentando mantenerse fuera de problemas en el trabajo, me dijo, pero no podía evitarlo, porque quería encontrar una chica con la cual tener sexo. Era evidente que estaba intentando que yo accediera a tener sexo con él y era tan evidentemente fuera de lugar que inmediatamente tomé capturas de pantalla de la conversación y lo reporté a recursos humanos”

Dado que en ese momento Uber ya era una compañía bastante grande, Fowler pensó que con su denuncia a recursos humanos el asunto iba a quedar saldado, pero no fue así:

“Tanto los de recursos humanos como los supervisores superiores me informaron que, aunque claramente había habido acoso por su parte, se trataba de su primer caso y no se sentían cómodos con un castigo más allá de una advertencia verbal. Encargados superiores me dijeron además que era ‘un empleado excelente’ (su trabajo era muy bien valorado por sus superiores) y que no sentían que merecía un castigo por lo que probablemente se trataba de un inocente error por su parte”

Se le presentaron entonces dos opciones, la de cambiarse de equipo y por lo tanto del área en la que tenía más conocimientos y en la que había trabajado, o seguir trabajando en el mismo equipo pero “entendiendo que muy probablemente su supervisor juzgaría defectuoso su trabajo” a la hora de evaluarlo.

A pesar de su insistencia ante el departamento de recursos humanos de la compañía, no le ofrecieron otra solución.

Eventualmente, pasó algunas semanas más buscando otros equipos en los que trabajar hasta que encontró uno nuevo y se desempeñó allí con bastante autonomía, según admite, logrando liderar un proceso técnico que hasta le permitió después escribir un libro sobre esto, titulado Production-Ready Microservices.

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Un problema en Silicon Valley

Pero esta anécdota desagradable, aunque con final feliz, no termina allí, y según Fowler, tras conocer a otras de sus colegas, comenzó a escuchar varias historias similares a la suya, algunas que involucraban al mismo supervisor que ella había denunciado, evidenciando más que un “inocente error”, un comportamiento habitual e impune.

El post en el blog de Susan Fowler es bastante extenso y continúa detallando otras situaciones caóticas en el seno de Uber y sus mandos en el área de ingeniería (“una guerra política al estilo Game of Thrones” en torno a los ascensos, proyectos abandonados, etcétera) pero, en medio de todo esto, también graves repercusiones personales y profesionales por su denuncia a recursos humanos, como misteriosos impedimentos para ser transferida a otras áreas o evaluaciones muy negativas de su trabajo, lo que impactaba su salario y su desempeño profesional.

Susan Fowler finaliza su post con una estadística que calculó en su último día de trabajo en Uber: de los 150 ingenieros de la compañía, solamente el 3% son mujeres.

Imagen Shutterstock

Su historia no es más que una situación puntual de un fenómeno más global: el problema del sexismo en Silicon Valley y la industria tecnológica, un ámbito dominado por la presencia masculina.

Según una encuesta de 2016, el 60% de las mujeres que trabajan en Silicon Valley han sufrido alguna clase de insinuación sexual no deseada, mientras que el 90% de las mujeres ha sido testigo de alguna clase de abuso de este tipo.

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El 40% de las mujeres encuestadas que dijeron haber sufrido alguna experiencia de acoso sexual, también admitieron no haber denunciado la situación por miedo a perjudicar su trabajo y su carrera.

Tras esta denuncia pública de Susan Fowler, el CEO de Uber Travis Kalanick lanzó un comunicado, en el que describe la situación vivida por su ex empleada como “aborrecible y en contra de todo lo que Uber cree y defiende”.

También aseguró que es la primera vez que una situación de este tipo llega a su conocimiento, por lo que ha ordenado una investigación urgente de estas acusaciones a su nueva directora de recursos humanos.

“No puede haber lugar alguno para esta clase de comportamientos en Uber” aseguró Kalanick en el comunicado, “y cualquiera que incurra en él o crea que está bien será despedido”.

Kalanick viene de protagonizar otra sonada polémica tras haber sido anunciado como parte de un equipo de asesoramiento corporativo del gobierno de Donald Trump.

Después de apoyar la medida de Trump conocida como “veto musulmán”, las quejas ante la compañía se multiplicaron, se organizó un boicot en redes sociales y muchos usuarios anunciaron que se darían de baja de la aplicación.

Eventualmente, Kalanick anunció que renunciaría al equipo asesor de Donald Trump.