Sony patenta cabellera inteligente

Los grandes grupos de electrónica se han puesto visiblemente a trabajar en la idea de conectar cualquier objeto a internet. Después de las gafas, las pulseras, los relojes, la ropa, y más, Sony apuesta por la cabellera conectada a internet, bautizada con el nombre de SmartWig. Una noticia que parece más satírica que verdadera no es más que otro de los tantos hechos de la realidad. Sigue leyendo para enterarte de todo lo que sabemos sobre este peluquín inteligente de Sony.

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La peluca inteligente de Sony

Esta peluca inteligente, actualmente en desarrollo en Japón, tiene varias funciones. El primer prototipo, la Presentación Wig, integra un sensor láser y permite pasar las diapositivas de un PowerPoint con sólo tirar del pelo por un lado o por el otro de la cabellera.

El Sensing Wig puede medir la temperatura corporal, la presión arterial y grabar sonidos e imágenes que el usuario de la cabellera podrá ver sobre una pantalla. La Navegación Wig sabe guiar al usuario a distancia gracias a un receptor GPS integrado. Unos vibradores colocados en diferentes puntos de la cabeza se accionan alternativamente en función de la dirección que se debe tomar.

Patentes a futuro

" Ya existe un gran número de objetos que se pueden llevar incorporando componentes informáticos: gafas, ropa, zapatos, pero la mayoría no han alcanzado el éxito comercial que se esperaba", explicaban el año pasado los inventores del SmartWig. Para ellos, su cabellera tiene una ventaja mayor: " Combina el lado natural con el práctico".

Contrariamente a las Google Glass o a los relojes inteligentes, que Sony también ofrece en su catálogo, la cabellera de Sony es mucho más discreta. Sus inventores la imaginan confeccionada con " crin de caballo, cabello humano, lana, plumas, pelo de yak, de visón o de cualquier tipo de material sintético".

Sony ha solicitado la patente para esta cabellera conectada en la Unión Europea y en los Estados Unidos. Sin embargo, de momento no tiene intención de comercializarla.

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En resumen, desde que apareció el Walkman en 1979, Sony no había inventado productos que pudieran cambiar hasta este punto la forma de distraerse con tanto éxito, tanto o más a como lo fue el aparato de música para usar desplazándose.