¿Son las agencias de viaje rentables en la era de Internet?

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Las nuevas tecnologías han trasladado muchas de nuestras actividades cotidianas a una pequeña pero eficaz ventana, la del mundo cibernético. Compras, reservas, guías y un sinfín de servicios que, aplicados al turismo, han desplazado a las agencias de viaje durante los últimos años, un negocio que se resiste entre perecer o reinventarse, lo que nos lleva a preguntarnos si las agencias de viaje son rentables en la era de Internet.

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Reinventarse o morir

En plenos años 90, cualquier viaje pasaba por el filtro del agente de viajes, esa persona que nos aconsejaba, trataba de conseguirnos los precios más económicos, gestionar nuestro seguro y vendernos todas las coberturas en un mítico paquete turístico. Un abogado turístico ante nuestra inexperiencia para gestionar un viaje por nuestra cuenta.

Sin embargo, con el boom de Internet en el siglo XXI (y qué decir de esas apps que llevan revolucionando el mundo durante el último lustro), muchas personas poseen la capacidad y suficiente manejo para reservar un vuelo, planificar su ruta, buscar alojamiento y hasta saber cómo hacerse la maleta. Ya no necesitan una persona que les gestione el viaje y que, encima, cobre por ello una comisión.

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Según la Asociación de Agentes Turísticos (ASTA), en Estados Unidos sobreviven 13 mil puntos de esta categoría en comparación a los 34 mil que existían en los 90, si bien cabe matizar que existen muchos tipos de agencia, pues algunas están perfectamente acreditadas para trabajar con aerolíneas mediante softwares como Amadeus o Sabre. Sea como sea, lo cierto es que existe un marcado declive en este servicio.

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Potenciales clientes

Sin embargo, hay una tipología de viaje que sigue fiel a las agencias de viajes: los de negocios, el turismo de lujo y los viajes algo más complejos como lunas de miel, vacaciones en crucero y cualquier primer viaje al extranjero, especialmente para países como China o Japón, donde la cultura viajera se ayuda de un agente de viajes en lugar de utilizar las nuevas tecnologías.

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Muchos agentes de viajes necesitan conocer los destinos antes de ofrecerlos a los clientes, ya sea mediante famtrips, viajes grupales o individuales, por lo que ciertos clientes siguen confiando en esa persona con experiencia que la asesorará y se encargará de tramitar un viaje que se nos puede escapar de las manos gestionado por nosotros mismos, como por ejemplo un crucero en que necesitamos numerosa documentación, servicios menos convencionales, información de los muchos destinos que visitaremos y un largo etcétera.

El agente de viaje puede elegir entre mantener su posición de simple vendedor o adaptarse a las nuevas tecnologías y aplicar sus conocimientos a una gestión más eficaz, proveer de ayuda e información. También es cierto que, al menos en Europa, muchos turistas están volviendo a reclutar los servicios de una agencia física, mientras que otras muchas de Internet colaboran con las físicas ofertando paquetes turísticos.

Quizás no todo sea una guerra, sino una cuestión de complementarse. 

La decadencia de las agencias de viaje físicas se compensa con un prototipo de cliente atemporal mientras que su adaptación a las nuevas tecnologías define una evolución necesaria para sobrevivir en un mercado tan competitivo. Sólo queda esperar que los compradores independientes de hoy día también comiencen a echar en falta ese trato y personalización que tan bien definen a los agentes de viajes.