Sobre los dichos de Cordera y la supuesta “dictadura de lo políticamente correcto”

"Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo porque son histéricas y sienten culpa por no poder tener sexo libremente”, Gustavo Cordera (músico argentino) dixit, frente a alumnos de periodismo.

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Los dichos de Cordera son inequívocos, aberrantes y execrables. También son un lugar común, una repetida letanía que hace parte del imaginario colectivo y que todos conocemos. Si las palabras de Cordera en verdad fueran una novedad, entonces no viviríamos en un mundo en el cual 1 de cada 3 mujeres ha sido víctima de algún tipo de violencia física o sexual por parte de alguien de su entorno cercano.

Las palabras de Cordera no aportan nada nuevo. Y eso es lo que las hace tan deprimentes.

Más que analizar sus dichos, es interesante prestarle atención a su estrategia de defensa una vez que la tormenta se desata. ¿Qué pasa cuando una figura pública dice algo de esta índole y las redes sociales reaccionan? 

¿Cómo se considera la palabra de un hombre que dice estas cosas de manera pública? ¿Cómo se considera la palabra de quienes lo denuncian?

Culpando a la víctima

Cordera lo dice y luego intenta deshacerlo, diciendo que lo suyo era una suerte de “teatralización” (aunque la responsable de haber organizado el evento en el que se pronunciaron tales palabras, la periodista Ingrid Beck, negó esto). Cordera pide perdón y luego borra sus tweets. Y luego pide perdón de nuevo. Y cada vez que habla, suena más confuso.

En un principio, Ingrid Beck dice que el alumno que subió los contenidos de la entrevista a Facebook, no debería haberlo hecho. Que existe un pacto entre la escuela y los invitados. Que los dichos de los invitados no deben “salir del salón de clase”. Luego Beck se retracta y dice que entiende que el alumno haya hecho eso porque los dichos en cuestión “trascendían la clase”.

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Mario Pergolini, otro mediático argentino con más de 30 años en los medios, acusó al alumno en cuestión de ser un mal periodista. Dijo que en lugar de hacer eso tendría que “haber tenido los huevos en ese momento (...) para decir: "Pará, ¿lo que acabás de decir lo dijiste en serio?”. Cordera utilizó la misma defensa: “veo a gente sedienta de condenar cuando en ese momento frente a frente se ha quedado en silencio”.

Recapitulemos. Alguien dice que la mitad de la población merece vivir una tortura espantosa, y la primera reacción es la de monitorear, juzgar y culpar a quien lo denuncia, no a quien lo dice. El alumno no tendría que haber hecho circular esa información. El alumno tendría que haber hablado en clase (porque es muy fácil responderle a la violencia de alguien famoso y con poder, ¿no?). El alumno tendría que haber reaccionado de otra manera… El alumno no debería haber estado en la calle a esas horas de la noche. El alumno no debería haberse vestido así. El alumno no debería haber estado tomando alcohol. ¿Suena familiar?

La victimización del que tiene poder

“Por eso les pido que si quieren saber lo que pienso de verdad mirémonos frente a frente y denme la oportunidad de expresarme libremente. Ahora todo está fuera de contexto como es costumbre y los que ya me odiaban podrán descargar su ira con impunidad”, Cordera dixit.

Cordera se queja porque siente que no lo han escuchado, que lo han malinterpretado, y que no tiene la oportunidad de “expresarse libremente”. Irónicamente, el trabajo de Cordera consiste precisamente en expresarse con un micrófono frente a miles de personas. Y le pagan por eso, le pagan bien. De hecho, si lo invitaron a esa famosa charla en una escuela de periodismo es justamente porque estamos acostumbrados a darle la palabra. Porque es famoso, es músico, es mediático, y eso le da otorga poder.

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Durante esta controversia, ¿quiénes son sus contrincantes? Personas (anónimas en comparación con su fama) que publican estados de Facebook, comentarios en Twitter, artículos en blogs. No hace falta recordar que nada de eso paga, o paga poco. 

Entonces tenemos, por un lado, un músico acaudalado que siempre tiene un micrófono por delante y, por otro, periodistas, bloggers e internautas cuyos posteos (gratuitos, sin espónsors) intentan darle una voz a sus autores. ¿Se nota cierto desequilibrio de poder?

La farsa de la “dictadura de lo políticamente correcto”

“Ya no se puede decir nada”. “Las minorías tienen demasiado poder y dictan todo”. ¿Quién no ha escuchado este tipo de declaración en los últimos años?

Luego de la controversia, Cordera confiesa que le preocupa lo que pueda pasar con su carrera. Dice que le preocupa su integridad física y su vida. Todo esto porque pronunció unas palabras y ahora las hordas de minorías sedientas de poder quieren cortarle la cabeza. Después de todo, una guillotina o una condena escrita en 140 caracteres son más o menos lo mismo (<--sarcasmo).

En esta terrible y asfixiante dictadura de las minorías, Cordera puede hoy mismo pagar poco dinero para violar una niña o una mujer (se estima que hay 400 mil víctimas de trata sexual en América Latina, cada una genera 30 mil dólares de ganancia a sus tratantes). Puede matar a dos turistas mujeres y poner sus cuerpos en bolsas de basura; la gente dirá después que esas chicas “no deberían haber viajado solas”. Puede matar a golpes a su mujer y justificarse diciendo que lo hizo por celos o por romanticismo (en Argentina muere una mujer cada 30 horas por violencia de género). Menuda dictadura de las minorías, pues.

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¿Por qué Cordera teme por su carrera? ¿Alguien conoce una figura pública cuya carrera se haya terminado por palabras (o actos) de esta naturaleza? ¿Cuánto sufrió la carrera de Chris Brown después de moler a golpes a Rihanna? ¿2 minutos? Hoy Chris Brown tiene un valor neto de 30 millones de dólares. Su último disco, lanzado en el 2014 (5 años luego de la golpiza) le generó más de 2 millones de dólares de ingreso.

¿Por qué Cordera teme por su seguridad? Según él, ha recibido amenazas de muerte y de violación.

¿Alguna figura pública ha sido asesinada por menoscabar los derechos de las mujeres? ¿O acaso los asesinados son, generalmente, aquellos que denuncian injusticias? Cordera: cuando sientas miedo por tu vida, por favor, recuerda que no eres Berta Cáceres, ni Theo van Gogh, ni Chico Mendes, ni Jo Cox, ni Martin Luther King.

¿A quién tratamos de engañar cuando damos a entender que este tipo de episodios puede realmente afectar negativamente la vida de un hombre blanco heterosexual con poder social y económico?

La memoria es corta, la indignación pública también. Las secuelas por violación, ellas, duran toda la vida.