¿Shakespeare escribió Hamlet bajo los efectos del cannabis y la coca?

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La polémica ha surgido tras encontrarse rastros de marihuana y coca en unas pipas supuestamente pertenecientes al autor de Otelo, el moro de Venecia.

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Pipas delatoras

Investigadores del Instituto de Evolución Humana de Johannesburgo, Sudáfrica, reportaron haber hallado trazas de cannabis y coca en varias pipas encontradas en el jardín de Shakesperare y en las cercanías de su casa en Stratfort-upon-Avon.

¿Estaba el célebre poeta y dramaturgo algo alucinado cuando escribió el Sueño de una noche de verano, o todo es una infundada especulación, una especie de segunda parte bufa y posmoderna de La comedia de las equivocaciones?

Los especialistas sudafricanos dicen que no puede ser casualidad encontrar rastros de ambas sustancias en tantas muestras, pero los custodios de la pureza shakespiriana se defienden.

De buena a muy mala

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La cocaína fue sintetizada por primera vez en 1859 y durante muchos años, antes de conocerse los efectos altamente perjudiciales de la adicción, su uso fue recomendado por la Medicina. Sigmund Freud, por ejemplo, la consumía y prescribía a sus pacientes, llamándola «sustancia mágica»

Se cree que la hoja de coca pudo haber sido introducida en la corte inglesa por Sir Walter Raleigh (1552 – 1618) tras sus viajes por Sudamérica. Así que no tendría nada de raro que William Shakespeare (1564 – 1616), casi contemporáneo del célebre corsario y cortesano, también haya sabido de su existencia.

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Método infalible

Sobre el método de investigación no existen dudas. La espectrometría de masas y cromatografía de gases hace tiempo que se utilizan para establecer, sin dudas, la presencia de compuestos en muestras mucho más viejas que las presentes en las pipas de Shakespeare, de «apenas» 400 años de antigüedad.

Pero una cosa es que las pipas hayan estado en las propiedades de Shakespeare y otra que haya sido él quien las utilizara. Shakespeare era frecuentado por gente bohemia; tipos de vida desordenada en ese tiempo. Entre tantos actores de poca monta, quizá había algún cocainómano, dicen los defensores del dramaturgo.

Los que postulan que no se puede desestimar la evidencia, argumentan también que en un fragmento del Soneto 76, el poeta habla de una «sustancia extraña». Aquí los abogados de Shakespeare ríen a carcajadas, diciendo que quien confunda esa frase con cocaína pueda que conozca algo de drogas, pero ignora por completo el lenguaje poético.

Como no hay rastros de ADN shakespiriano en las pipas, la discusión será eterna.