La evolución de los homínidos es un campo apasionante dentro de la biología evolutiva. Se trata, ni más ni menos, de la historia de nuestros antepasados más remotos. Lejos estamos de conocer toda la historia en detalle, al contrario: día a día los científicos descubren diferentes piezas del rompecabezas. En este nueva oportunidad, la pieza en cuestión son nuestras manos.
Según este estudio, nuestras manos podrían ser más primitivas que las del chimpancé

La prestigiosa revista Nature recientemente ha publicado un artículo sobre la evolución de nuestras manos. Al parecer, sus proporciones cambiaron mínimamente en relación con el ancestro en común que compartimos con los chimpancés (un hipotético animal que vivió hace millones de años), lo cual va en el sentido opuesto a lo que los científicos intuían. Veamos con lupa este interesante descubrimiento.
Diferentes especies, diferentes manos

Si las proporciones de la mano humana cambiaron poco en comparación a las que poseía un hipotético ancestro entre nosotros y el chimpancé, entonces podemos afirmar que las manos que estoy empleando en este momento son un rasgo muy primitivo en nuestra historia evolutiva. Originalmente, los biólogos creían que la forma de nuestras manos eran producto de las presiones de selección vinculadas al uso de herramientas rudimentarias.
La forma de nuestras manos es muy particular: poseen un pulgar muy desarrollado en relación con el resto de los dedos. Este es uno de los rasgos más distintivos de nuestra especie frente a otros homínidos, y es una característica que los especialistas frecuentemente asocian a nuestro «éxito» como especie. Sin embargo, todo parece indicar que es un rasgo más primitivo que lo que la intuición podía imaginar.
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Nuestros antepasados remotos deben ser repensados

Los investigadores midieron las proporciones de las manos en diferentes unidades experimentales: humanos, simios vivos, simios fosilizados y fósiles de supuestos antepasados del ser humano, como Ardipithecus ramidus y Australopithecus sediba. Los resultados vislumbraron una evolución reciente y convergente (evolutivamente independientes) en la elongación de los dedos tanto en chimpancés como en orangutanes y, por otro lado, se registraron pocos cambios entre los humanos, sus ancestros y los gorilas.
Estos resultados apoyan la hipótesis de que los pulgares largos fueron adquiridos, en las correspondientes vía evolutivas, de manera independiente. A su vez, este descubrimiento pone en jaque la suposición de que nuestro antepasado en común más reciente con los chimpancés poseía manos simiescas...
Todavía queda un largo trecho para comprender nuestros orígenes, esto es lo que vuelve tan intrigante y, a su vez, fascinante al mundo de la ciencia...
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