Los « grammar nazi» que se la pasan señalando los errores gramaticales de los demás son personas realmente desagradables, eso ya todos lo sabíamos, pero ahora la ciencia lo ha cromprobado.
Según este estudio, las personas que se la pasan señalando los errores gramaticales de los demás son aún más idiotas de lo que creíamos

¡Futbol lleva acento en la u!

Señalarle a uno un error gramatical, vale. Pero hay tipos que se pasan el tiempo indicando los yerros de lenguaje que otras personas cometen en las pláticas o en los mensajes por las redes sociales. Afortunadamente no son muchos, pero los pocos pueden hacerse muy pesados.
Hay gente que no soporta un error de sintaxis, una mala conjugación verbal, la falta de un acento o dos palabras pegadas, en su Facebook o en su WhatsApp. Las investigaciones han establecido que se trata de personas tan inclinadas a la crítica como enemigas de ser juzgadas por los demás.
Los «grammar nazi» bajo la lupa de un curioso experimento

Quizá sea una obviedad, pero esta es la primera vez que un estudio aborda el perfil de la gente cargante que vive fastidiando por los errores (¡y horrores!) gramaticales que todos cometemos de vez en cuando.
El experimento, realizado en la Universidad de Michigan, reunió a un grupo de 83 personas a quienes se les pidió leer los correos electrónicos de respuesta a un anuncio en el que se solicitaba un compañero de piso.
Los correos fueron alterados para incluir varios errores gramaticales y tipográficos. A continuación, los participantes juzgaron a la persona que había escrito el correo, en función de la inteligencia percibida en el remitente, su amabilidad y otros atributos, como qué tan agradable resultaría compartir cuarto con él.
Seguidamente, se les preguntó sobre qué tantos errores ortográficos habían detectado en los correos y cuánto les habían molestado.
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¿Haya de haber o halla de encontrar?

Finalmente, los investigadores pidieron a los participantes que completaran un cuestionario, posicionándose en una escala de medición respecto a 5 grandes rasgos de la personalidad: apertura, amabilidad, extroversión / introversión, neurosis y meticulosidad. También respondieron preguntas sobre su edad, historial y actitud hacia el idioma.
En general, los potenciales roomies que no sabían distinguir entre haya y halla, ni entre graves y esdrújulas, fueron peor valorados que los que usaron correctamente la gramática y la ortografía. Pero un conjunto de evaluadores se destacó por acribillar sin misericordia a los desdichados con el lenguaje.

Estos intolerantes resultaron ser los que se habían autoevaluado como introvertidos, muy severos, menos abiertos y poco amables. En cambio, los extrovertidos, amables y abiertos, se fijaron menos en los deslices, y cuando lo hicieron, no les importó mucho.
Otro hecho llamativo fue que la neurosis de algunos participantes no afectó la actitud ante los errores.
¿Te imaginabas que estos molestos personajes son los que más necesitan correcciones?
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