Sandringham, el sitio para sentirse rey por un día

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Sandringham originariamente fue el lugar elegido para alejar a un príncipe británico de las tentaciones de la ciudad de Londres, pero se transformó luego en un verdadero hogar para la familia real inglesa. Jorge V, abuelo de la actual soberana decía: “Tengo una casa en Londres y un hogar en Sandringham”. Y la Reina Isabel conserva ese mismo sentimiento.

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Paraíso edificado

Ubicada a unos cinco kilómetros de la costa noroeste de Norfolk, Sandringham se halla sobre un predio que abarca once parroquias, ochocientas hectáreas de bosques, cuatrocientas de parques públicos y casi siete mil de tierras de labranza, algunas dadas en arriendo y otras usufructuadas por la corona. Hay cientos de cabezas de ganado y dos caballerizas reales en las que se crían los caballos de carrera más finos del país.

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La historia comienza allá por el año 1850 cuando el príncipe Alberto estaba preocupado por su hijo mayor, quien comenzaba a demostrar demasiado interés por la vida social y por las mujeres londinenses.

Decide entonces comprar una casa de campo donde enviarlo a gastar sus impetuosas energías. La vivienda resultó pequeña y húmeda por lo cual fue derribada y en 1870 construyeron la actual. E ella terminó mudándose finalmente el entonces Príncipe de Gales.

Eduardo convirtió los páramos en campos de caza, los domingos dirigía los servicios religiosos en la pequeña iglesia cercana y reorganizó el rendimiento agrícola de sus tierras. Actualmente, cuando la familia real no ocupa la finca, cuyos campos lucen en primavera un espectacular colorido gracias a las azaleas y rododendros, se abre al público.

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Miles de turistas la visitan. Parte de lo recaudado se invierte en el mantenimiento de los bellísimos jardines y el resto se destina a obras de caridad. Por orden de la reina se construyeron los museos donde se exhiben antiguos carruajes usados por su familia, trofeos de caza mayor y objetos relacionados con las carreras de caballos. Allí cerca está el York Cottage, que fuera la residencia del rey Jorge V y la reina María cuando aún eran duques de York.

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Paisaje real

En enero de 1936 la entonces princesa Isabel de nueve años y su hermana menor Margarita estaban jugando en la nieve en Sandringham cuando la reina María salió a decirles que su abuelo se hallaba enfermo. El día 20 el rey falleció. Debía sucederle su hijo Eduardo VIII, pero éste abdicó a la corona por amor hacia una estadounidense divorciada. En el mes de diciembre asciende al trono el padre de las pequeñas Isabel y Margarita, el rey Jorge VI.

Al igual que le sucediera a su padre, también pasó sus últimos días en Sandringham, donde dejó de existir en febrero de 1952. En 1960 la reina consideró que la casa era demasiado grande por lo que se derribaron muchas habitaciones.

El príncipe Felipe dirige bien la propiedad y los libros muestran equilibrio. La zona cuenta con sólidas casas de ladrillo, la pintura está bien cuidada, los caminos bien mantenidos y las cercas y portones parecen nuevos.

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El rincón preferido de la reina es el dedicado a la cría de perros de raza Labrador, ella misma elige los ejemplares para procreación y adiestra a los cachorros en el campo cuando sus actividades se lo permiten. Se la suele ver subir y bajar de su vehículo acompañada por los perros, pasear con ellos por los brezales y el bosque disfrutando tanto como sus antepasados de ese espacio alejado del mundanal ruido. 

¿Te parece bonito Sandringham? ¿Querrías ir a visitar el lugar?