Ya en vías de tranquilizarse las aguas del maremoto producido por la Organización Mundial de la Salud con su declaración oficial de que las carnes procesadas son cancerígenas, es bueno tener presente unas pocas pero muy importantes cosas.
Retomamos el tema de la carne procesada, el cáncer y la OMS en 5 apuntes indispensables



5. Matar al mensajero nunca ha sido solución
Se han leído y escuchado comentarios de un supuesto complot de la OMS contra la carne y sus productos comerciales derivados, como si la institución se hubiera hecho macrobiótica repentinamente y estuviera en camino de convertirse en vegetariana. Por supuesto, en el mundo de hoy no es posible excluir que cualquier institución, por muy venerable que parezca, pueda tener algún vínculo no ético, pero la OMS ha demostrado ser una organización seria.
La lucha contra el tabaco y otros productos dañinos a la salud lo atestiguan. Frecuentemente presenciamos montajes de una marca que quiere ganar mercado desprestigiando a otra que le compite dentro de la misma industria, pero este no es el caso.
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4. No hay porque desterrar a una buena hamburguesa
Ningún bocadillo simboliza mejor el fast food, con sus entusiastas y detractores, que la hamburguesa. Se cree que la moderna hamburguesa fue un invento de un chico de 15 años en 1885. Charlie Nagreen, quien después sería conocido como «Hamburger Charlie», instaló un ventorrillo de comida en una feria de exposiciones en la ciudad estadounidense de Seymour, Wisconsin. El joven vendía albóndigas y unos clientes le dijeron que querían algo que pudieran comer mientras caminaban por la feria. Charlie aplastó la albóndiga, la puso entre dos trozos de pan y problema resuelto.
El fast food comenzó siendo realmente walk food. El nombre proviene de un emparedado de filete que se comía (se come) en la ciudad de Hamburgo, llevado a Estados Unidos por inmigrantes alemanes. Al modo de Hamburger Charlie, podemos preparar nuestras hamburguesas en casa sin necesidad de añadir preservativos y saborizantes artificiales.
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3. La industria cárnica tendrá que adaptarse
«No hay mejor estímulo que la necesidad» dice una vieja sentencia. Cuando los efectos nocivos del alcohol empezaron a ser cada vez más evidentes, la industria cervecera se adecuó, produciendo las cervezas bajas en alcohol e incluso algunas sin el compuesto espirituoso, para aquellos que se niegan a prescindir del gustito de la cebada y el lúpulo o que no quieren parecer aguafiestas en un brindis.
La industria de la carne tendrá que ingeniárselas para ofrecer productos menos perjudiciales (al final, parece que todo lo que comemos es dañino) y orientar al consumidor. Quizá no estemos tan lejos de un empaque de hamburguesas o de chorizos que diga «se ha demostrado que comer más de "x" porciones a la semana es dañino para la salud».

2. La importancia de la moderación
Todo consumo excesivo es dañino. Hay consenso en que el ser humano promedio no bebe toda el agua potable que debiera y ya es casi un mito lo recomendable de ingerir 8 vasos diarios. Pero incluso el agua ocasiona intoxicación y muchas personas fanáticas de la hidratación la padecen. Algunos estudios demuestran que la incidencia de cáncer en grupos poblacionales con alto consumo de carne es solo ligeramente mayor que en aquellos con bajo consumo. Hay un vínculo, pero si el consumo de carne es moderado, los riesgos son bajos.

1. Comer menos carne es bueno para el planeta
Se estima que el tamaño del rebaño mundial de reses puede estar en el orden de los 2000 millones de cabezas. Hay países con muchas vacas y otros que casi no tienen. Por ejemplo, Argentina, un país célebre por sus filetes y churrascos, mantiene un rebaño de poco más de una cabeza por habitante. En cambio en Uruguay, su vecino del frente en el Río de la Plata, hay más o menos 3.8 reses por habitante. A los vacunos hay que sumar los cerdos, las cabras, los corderos y los caballos para integrar el gran rebaño mundial de carnes rojas.
Cada res adulta emite diariamente el equivalente a 3,5 litros de metano en sus flatulencias, uno de los gases responsables del efecto invernadero y del calentamiento global de la Tierra. Por otro lado, producir un kilo de carne de res demanda 15 toneladas de agua dulce, 10 veces más de la requerida para producir un kilo de cereal. Ya no se trata de si la carne es fresca o es procesada; consumir menos es bueno para la humanidad.
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