Las quejas son cosa de todos los días. Y cuando se trata de servicio al cliente, ¡uuuh! ¿Te imaginas cuánta gente hablará diario a los bancos para gritarles que están cobrando cosas que ni al caso o para que les quiten un seguro que ni siquiera pidieron?
¡Regrésame mi dinero! Conoce la queja de servicio a cliente más vieja del mundo

Reclamar que un producto, servicio o situación no complace nuestras expectativas nos parece algo de lo más normal en estos días. Sobre todo con el súper poder que nos da el Internet para quejarnos en cualquier momento y en cualquier lugar. Pero a que nunca habías imaginado cómo le hacían en la Antigüedad para liberar su ardiente inconformidad.
Te presentamos la carta de queja más vieja del mundo. Esta tabla de piedra fue descubierta al sur de Irak y sus orígenes se remontan a la Babilonia del 1750 antes de Cristo. Esta denuncia tallada en piedra está escrita en cuneiforme, uno de los primeros sistemas de escritura de la humanidad. Desde que aprendimos a comunicarnos, aprendimos a reclamar que las cosas están mal.

Te contamos el chisme: Resulta que Ea-nasir fue un comerciante que viajó al Golfo Pérsico para comprar cobre y venderlo en Mesopotamia. Nanni fue uno de los clientes de Ea-nasir, quien mandó con diligencia a su sirviente para que pagara la mercancía. El problema fue que el cobre que recibió Nanni no era de buena calidad.
Como Ea-nasir se negaba a regresarle su dinero, Nanni hizo lo que cualquier persona racional haría: escribió una letanía colérica.
"Tú pusiste lingotes que no estaban buenos ante mi sirviente y dijiste 'Si te los quieres llevar, llévatelos, si no te los quieres llevar ¡vete!' [...] He mandado como mensajeros a caballeros como nosotros para recolectar la bolsa con mi dinero (depositado por ti), pero tú me has tratado con desprecio al mandarlos varias veces de regreso a mí con las manos vacías, y a través de territorio enemigo".

O sea, no cumplió lo que prometió, se rehusó a reembolsar el dinero y aparte por su culpa algunas personas se arriesgaron al cruzar campo hostil. Ese Ea-nasir no tenía abuela.
Esta tabla se encuentra en el Museo Británico y tiene un tamaño de 11 cms. de alto, 5 cms. de ancho y 2.6 cms. de grosor.
Antes la gente hasta para andar de quejumbrosa tenía que esforzarse. Imagina cuánto enojo se traía Nanni para tomarse el tiempo de redactar una carta (bastante formal y respetuosa, cabe decir), tallarla en piedra y mandársela a Ea-nasir. Eso es compromiso.








