Pamukkale es una región natural que se encuentra en el sudoeste de Turquía, a sólo 20 kilómetros de la ciudad de Denizli, en el valle formado por el Río Menderes. Esa gran mole blanca tiene 160 metros de altura y 2700 metros de largo, en su cima albergó en la antigüedad a Hierápolis, bella representante del helenismo en esas tierras.
Recorriendo Turquía: la Región de Pamukkale

Ruinas griegas y romanas
Fundada por Eumenes II, que era el rey de Pérgamo, hacia el año 180 a.C. fue destruida por un fuerte terremoto en el año 17 ya de la Era Cristiana. Se la reconstruyó entre los siglos II y III pero pasó a ser romana, sus fuentes de aguas termales atraían a nobles de todos los rincones del Imperio.
Más tarde fue posesión de Bizancio y luego cayó en poder de los selyúcidas, hasta que otro terremoto (en 1354) la redujo a las ruinas que hoy podemos visitar; entre ellas se observan partes del Templo de Apolo y del teatro, una fuente (o Nympheum), los Baños Romanos (en los que funciona ahora el museo) y algunas de las puertas con las que contaba la magnífica Hierápolis, la Puerta de Domiciano con sus tres grandes arcos romanos y las Puertas Norte y Sur, ambas bizantinas.
Los movimientos de placas que afectaron a la zona de Turquía no sólo provocaron movimientos del terreno sino también el surgimiento de aguas termales. El alto contenido de minerales en ellas fue dando forma a las terrazas escalonadas (de entre uno y seis metros de alto) de Pamukkale, con capas superpuestas de piedra caliza y travertino. Entre las rocas antiguas, que están allí desde el Período Pleistoceno, se ven mármoles de aspecto cristalino, esquistos y cuarcitas; de la actividad reciente resalta mayoritariamente el blanco deslumbrador del carbonato de calcio.
Aguas benéficas
El poder benéfico para la salud que se le atribuye a esas aguas se ha ido conociendo por todo el mundo y cada vez son más los turistas que quieren conocerlas.
En la segunda mitad del siglo XX se comenzaron a levantar hoteles con piscinas para abastecer las demandas del público pero ello perjudicó mucho la belleza natural del entorno y la contaminación que producían alteró el ecosistema.
En la actualidad la UNESCO tomó el control de esa gran maravilla y está tratando de devolverla a su estado primitivo. Los visitantes tienen acceso a ciertos lugares controlados y sólo por algunas horas durante el día.
La actividad volcánica subyacente produjo que en una cueva de la antigua Hierápolis emanara dióxido de carbono altamente tóxico, quienes se internaban en ella morían por asfixia pero las leyendas atribuían esas muertes al mismo dios de los infiernos, Plutón, que manifestaba de esa forma que no quería que nadie penetrara en sus dominios.
Un lugar en el mundo con muchos interrogantes que a veces son respondidos con imaginería popular, caminando por las ruinas de la ciudad podremos sentirnos dentro de la piel de aquellas personas que no atinaban a comprender lo que presenciaban sus ojos. Y Pamukkale nos sigue aún sorprendiendo en pleno siglo XXI.
¿Visitarían Pamukkale? ¿Qué parte de su historia les parece más fascinante?







