Postales imperdibles de Grecia: el Mar Egeo

El Mar Egeo es espectacular desde todo punto de vista. Nuestros ojos no pueden descansar atisbando el horizonte, escudriñando el cielo, en él hay vida por doquier. De isla en isla podemos hacer un recorrido que nos dejará recuerdos imborrables. Cada una tiene su encanto particular aunque pertenezcan a la misma cultura ancestral.

Las leyendas de Naxos

La más fértil y grande de las Islas Cícladas es Naxos, donde se cultivan los más exquisitos jardines y se despliegan playas majestuosas por kilómetros y kilómetros. Durante la dominación veneciana se levantaron en ella nobles moradas y un palacio fortificado domina el entorno.

A esta isla se dice que llegó a morir la triste Ariadna, abandonada por Teseo, luego de que lo ayudara a salir con vida del laberinto de Minotauro, aunque la leyenda tiene dos finales: el más alegre narra que la joven cayó en brazos de Dionisios quien arribó a las costas del Mar Egeo guiado por la excelente fama de los vinos locales.

Otra leyenda cuenta que Poseidón abandonó en estas aguas la gigantesca roca que empleó para destruir a los gigantes que amenazaban con invadir el Olimpo, monte en el que los dioses moraban; la árida roca de granito se asentó y la rodeó la playa, hoy es el centro de la vida turística de la región: es la bellísima y célebre Miconos.

En ella se destacan su superficie rugosa, los molinos de viento con aspas elevándose al cielo y la calma que se respira en ese incomparable paisaje en el que la arquitectura fantasiosa de casas bajas brillando tan blancas bajo el luminoso sol se ve cubierta por ramas de pimentero, de laureles y de flores de hibisco que le aportan el toque de color.

Nadie puede escapar de la seducción de sus pequeñas plazas, de las estrechas callejuelas que se entrelazan cual monumental laberinto y sus blancas escalinatas.

Delos, la joya arqueológica

Y llegamos a Delos, santuario histórico. Primero se la consagró a una diosa micénica, luego a Apolo y más tarde a todo un rosario de divinidades menores. Es una roca baja, estéril, cubierta de ruinas arqueológicas custodiadas por los cinco leones tallados en mármol de Naxos.

En esta isla, fruto del adulterio cometido por el dios Zeus, Leto trajo al mundo bajo el frescor de una palmera a sus pequeños gemelos: Apolo y Artemisa. Con su escasa vegetación la isla prosperó gracias a los peregrinos que llegaban a venerar a los dioses en los distintos templos y al negocio marítimo. Hoy es un verdadero paraíso para los arqueólogos.

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