¿Por qué la casa de Ernest Hemingway está habitada por gatos de 6 dedos?

Tener un gato está generalmente asociado a las mujeres y existe el prejuicio de que si un hombre lo tiene, entonces es «menos» por alguna razón que se nos escapa. Esas personas deberían conocer la historia de  Ernest Hemingway, un hombre que, además de ser uno de los escritores más influyentes del siglo XX, era un verdadero  amante de los gatos.

PUBLICIDAD

No se sabe exactamente cuántos gatos tuvo en su vida, pero fueron muchos. Uno de ellos aprendió a tomar whisky con él, a otro le cantaba canciones de cuna en París, ya se hacen una idea, el tipo más duro de la literatura tenía una debilidad especial por los gatitos y no le daba vergüenza que se supiera. 

De hecho, hoy en día su casa en Key West,  Florida, es un museo y hogar de más de 50 gatos de la calle que tienen una curiosa característica en común: tienen  polidactilia, o dedos adicionales. 

Gatitos Hemingway

La polidactilia es una condición genética y hereditaria que causa que un individuo (en este caso un gato) tenga un par de dedos extra. Algunos animales pueden tener el gen y no tener dedos de más, pero se lo pueden transmitir a sus crías. 

Es curioso y se ve adorable, pero no responde a la pregunta. ¿Por qué los gatos de la casa de Hemingway tienen seis dedos? Una de las razones es porque el gen es más común en la costa Este de los Estados Unidos, en el Suroeste de Inglaterra y en Gales. Y también se debe a que todos los gatos de la casa descienden de una de las mascotas del escritor.

Blanca Nieves fue una gata con polidactilia que un capitán de barco, Stanley Dexter, le regaló a Hemingway en los años 30 para que tuviera suerte. Los dedos extra de los gatos les permitían mantenerse en pie cuando el mar estaba agitado y también les daba una ventaja a la hora de cazar ratones, por eso los marineros los preferían.

PUBLICIDAD

El escritor se quedó con la gata y con el paso del tiempo su hogar se llenó con sus crías y luego los hijos de ellos hasta llegar a los 54 descendientes que hoy habitan el museo y que son casi tan famosos como el artista que vivió allí. Los encargados del museo los alimentan, tienen un veterinario que se encarga de que estén saludables y pueden pasearse por toda la casa y hasta dormir en la cama de Hemingway. 

Son tan apreciados que cuando el huracán María azotó Florida pusieron a todos los gatos adentro de la casa y sobrevivieron sin un rasguño. Sin dudas nos encantaría ir al museo Hemingway para ver donde él escribió obras tan importantes como  Las nieves del Kilimanjaro  Por quién doblan las campanas, y de paso saludar a sus felinos de seis dedos.