Para ir a Marte, primero hay que pasar por España: el programa MELISSA de la ESA

Imagen ESA

Científicos españoles trabajan en la búsqueda de una de las fascinantes soluciones tecnológicas que exige un viaje al planeta rojo. Te invitamos a conocer la estación española en la alucinante travesía hacia Marte.

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En todo viaje largo hay que pensar primero en la comida

Imagen Wikimedia Commons

Contando el aire que respiramos, los líquidos que bebemos y la comida que ingerimos, cada ser humano consume diariamente unos buenos 20 kilos de materia. La parte de esa materia que no conservamos en el cuerpo, la retornamos al medio ambiente, principalmente como gases de exhalación, orina, sudor y excrementos.

Ese es precisamente uno de los principales problemas que confrontan los viajes espaciales tripulados largos, es decir, los que aspiren ir más allá de la Luna. Cómo hacer para sostener a unos organismos que necesitan tanto peso para subsistir; ninguna nave espacial actual puede cargar tanto, ni siquiera para ir a Marte, que sería la primera parada planetaria.

La escala española

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El viaje a Marte será por lo menos unas 150 veces más largo que los realizados a la Luna. Las soluciones tecnológicas que requiere un viaje tripulado al planeta rojo son tan variadas y complejas, que las agencias espaciales que colaboran internacionalmente han tenido que dividirlas en varias decenas de proyectos, cada uno asignado a instituciones o universidades capaces de llevarlos adelante.

Uno de los programas por los que responde la Agencia Espacial Europea ( ESA) es MELISSA ( Micro-Ecological Life Support System Alternative), que como indican sus siglas, trabaja en la búsqueda de sistemas en los que soportar la vida en el espacio.

Una manera técnica y elegante de decir cómo podría hacerse para reciclar de manera óptima todo lo que expulsan los astronautas de sus cuerpos, incluyendo el aseguramiento de su propia comida. El equipo español, de la Universidad Autónoma de Barcelona, tiene la tarea de determinar cómo funcionarían los reactores de la nave en este sistema espacial de reciclaje.

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Nuestros antepasados siempre supieron que uno de los problemas principales de los viajes largos por lugares despoblados era cómo asegurar la pitanza. Estaban pensando en extensas llanuras, desiertos y montañas, no en el espacio exterior. Y jamás les hubiera cruzado por la cabeza la idea de comer sus propios desechos para sostenerse durante el viaje.

Por ahora la cosa ha funcionado con ratas

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Las ratas de laboratorio han respondido bien, logrando sobrevivir en los ambientes controlados que simulan el ecosistema de autosostenimiento que algún día habrá que replicar con humanos para ir a Marte sin perder la vida en el intento. Los roedores deben estar extrañados, porque en vez de migas de comida y otros desechos, tienen que ingerir cosas muy extrañas. Pero no serán los únicos seres vivos en ingerir alimentos de dudoso origen; también tendrán que hacerlo los astronautas en su momento.

El de la comida no es el único problema a resolver. Hay que pensar también en la mejor manera de reciclar el papel higiénico a cientos de millones de kilómetros de la Tierra. Marte sigue estando algo lejos, pero será el primer planeta al que algún día llegaremos.