Palermo, herencia morisca en la ciudad

A la Conca d’Oro, por sus frutos y sus flores, los antiguos califas de Constantinopla la llamaban la “tierra prometida”. Goethe la consideraba “la más bella ciudad árabe del mundo”.

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Hoy os hablaremos de Palermo, capital de la isla de Sicilia, fenicia en sus orígenes, conquista romana luego, musulmana más tarde, alemana en manos de Federico II, española tras siglos de virreinato y francesa por los príncipes de Anjou.

Diferentes culturas en Palermo

Todas las épocas y todo el arte de sus conquistadores continúa aún vivo en esta bellísima ciudad. En ella se reúnen la Iglesia de la Martorana y sus incomparables mosaicos bizantinos con fondo de oro; San Giovanni degli Eremiti, coronada por cúpulas rojas semiesféricas que nos recuerdan al Islam; en estilo árabe-normando podemos visualizar el Duomo de Cefalú, los mosaicos de Monreale y el Parque Real de Altofonte; también hay palacios por donde nuestros ojos miren: la Villa Tasca, la Favorita, la Cuba.

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Entre las cien iglesias y castillos de la región de Palermo sobresalen San Francesco d’Assisi, Sant’Agostino, el palacio Chiaramonte y los castillos de Cáccamo, Trabia, Catelbuono, Carini y solonte que nos muestran como los nobles sicilianos rivalizaban no sólo en el poder sino en el esplendor de sus moradas.

Palacios de Palermo

Durante el Renacimiento se fusionaron el estilo gótico español y las tradiciones aragonesa y normanda. Muestra de ello son el palacio Abatellis, donde funciona la Galería Nacional; el palacio Aiustamicristo de líneas vigorosas y la iglesia de Santa María de la Catena.

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Ejemplo de la época barroca posterior son Santa Caterina y San Giuseppe de Teatini. San Domenico asegura la transición entre los siglos XVII y XVIII. En este siglo nacen nuevas moradas, más principescas aún, como el inigualable palacio Ganci, cuyos salones en fila desembocan en un Salón de los Espejos que casi llega a eclipsar al del Gran Trianón de Versalles.

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Otras mansiones son aún más lujosas, como la Butera, la Valguanera, la villa Inguaggiato, San Cataldo, San Marco; la Villa Igea, de arquitectura morisca, da sobre el golfo y la vista que tiene es maravillosa.

A estos mil palacios les corresponden mil parques y jardines, a cada cual más hermoso e imponente, pero el más fastuoso sigue siendo el del Jardín Botánico, que se dice reúne a casi todas las plantas del planeta.

Haría falta más de un mes para conocer Palermo; tres días habría que consagrarlos exclusivamente al centro de la ciudad en torno a los Quattro Canti (Cuatro Rincones) de la Piazza Pretoria a la Piazza Bellini, donde es un como un sueño poder pasear por la tarde, cuando se comienzan a encender las luces, entre las estatuas de las santas protectoras de la ciudad, las de los reyes de España y las fuentes que representan a las estaciones.

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Ello después de haber visitado durante el día la playa de Mondello, la región de Madonia, las bahías, los promontorios sobre el mar o hasta la Isla de Ustica cuyas casas están decoradas con frescos que cuentan los secretos de la ciudad sumergida de Ostodes, unas vacaciones inolvidables.

¿Te gusta la combinación de palacios, cultura y naturaleza de Palermo? ¿Qué otros destinos de la zona conoces?

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