Ni una más: Latinoamérica se moviliza contra la violencia de género

Cada vez que tengo una conversación sobre la islamofobia, que debo confesar cada vez son menos porque la gente me está indignando tremendamente, no falla que alguien me saque en cara lo terrible que es la cultura islámica con las mujeres. En realidad pasa con cuando uno habla sobre cualquier cultura que no sea considerada parte de la occidental.

Lo que da risa porque actuamos con una superioridad incuestionable, como si en nuestra cultura la mujer fuera tratada con igualdad de condiciones. Como si el machismo no existiera. Como si la violencia de género, la cultura de la violación y el victim blaming no fueran realidades que se viven a diario.

Pero es más fácil buscar villanos en otro lado, preferiblemente en uno con lo que nos sea más difícil sentirnos identificados. Las culturas como las árabes o asiáticas son perfectas porque tienen suficientes diferencias como para que no nos sintamos tan mal haciéndolas ver menos "avanzadas".

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Sin embargo, un simple vistazo a nuestra realidad sería suficiente para darnos cuenta de lo equivocados que estamos. Lo siento, pero no, nuestra cultura no es mejor que las otras. Ciertamente hemos avanzado algo desde el siglo pasado. Pero no como para seguir usándolo como argumento para hacer villanas a otras culturas.

Las mujeres aún ganan menos que los hombres por el mismo trabajo. Las mujeres aún pagan más por los productos básicos de higiene, el llamado impuesto rosa. Las mujeres aún debemos esperar que un grupo de hombres viejos y privilegiados nos digan cómo debemos vivir y qué hacer con nuestros cuerpos. Y, sobre todo, las mujeres seguimos siendo objeto de violencia y abusos que se terminan justificando en mayor o menor medida.

Las mujeres que son víctimas de violencia doméstica, acosos o abusos sexuales, son escrutinizadas y puestas en el banquillo de los acusados de manera exaustiva, hasta que el punto de que a veces parece más traumático buscar justicia.

La reacción reflejo es preguntarnos qué hizo ella mal, ¿se lo habrá buscado?, ¿qué vestía?, ¿había bebido alcohol?, ¿a caso no sabía cómo era él desde el principio? Es curioso como siempre que no sea un hombre blanco heterosexual, la víctima parece ser más sospechosa que el criminal.

La violencia siempre está mal. Siempre. Sin excepción. Es cierto que hay hombres que también son víctimas y es igual de inaceptable. Pero la realidad se mantiene que son más y más seguidos los casos de violencia contra la mujer.

En nuestro tiempo hay más conciencia, también hay más centros de ayuda, pero todavía queda muchísimo camino por recorrer. Especialmente cuando seguimos escuchando titulares, diarios, de mujeres asesinadas en casos domésticos, violaciones, acosos, insultos, y en especial cuando los criminales son tratados con guantes de seda.

No hace mucho Johnny Depp perdió todo su estatus de estrella adorada en mi libro de vida, al conocerse que es un triste maltratador. Todavía peor fue leer artículos, comentarios y titulares culpando a Amber Heard por todo. Resulta que ella también es violenta, entonces se anula la violencia de él, es como cero mata cero. O el hecho de que ella es bisexual es suficiente, porque todo el mundo sabe que los bisexuales son seres promiscuos que literalmente se acuestan con todo el mundo. O el, "bueno ella debía saber cómo era él desde el principio e igual se casó".

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Esto es solo un ejemplo de lo que se vive a diario en situaciones de menor perfil. La cultura occidental es la cultura del victim blaming, del culpar a la víctima. Y ya estamos hartos todos. Porque, como el racismo, el sexismo existe profundamente a un nivel institucional.

Brasil, Argentina, Perú, México, España, Bolivia, Colombia, son algunos de los países que se cansaron y decidieron manifestar el descontento con el estado de la violencia de género. Que alzaron sus voces en un clarísimo "¡Basta ya!".

Las playas de Copacabana se cubrieron de ropa interior femenina para protestar la violencia contra la mujer a poco más de un mes que comenzaran los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Esta protesta fue disparada por la violación en pandilla de una niña de 16 años. Los criminales se jactaron posteando videos e imágenes del abuso en las redes sociales. Peor aún fue ver que recibieron "likes" y comentarios acusando a la chica, por lo que vestía o lo que había consumido o porque su novio es parte de una pandilla.

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Peor aún es que los oficiales que recibieron la denuncia fueron agresivos y críticos de la chica. Pero la indignación fue tal que las autoridades debieron tomar medidas. Se asignó a una oficial femenina que inmediatamente confirmó que los videos colgados en internet son pruebas de que existió una violación. Algunos de los implicados fueron arrestados.

Vamos a dejar claro algo, de una vez por todas: No importa, ni un poquito, la ropa, el estado de ebriedad, la actitud, las relaciones, las opiniones, o el estado mental de una mujer, la violación es un crimen despreciable e injustificado. No existe ni una razón que justifique una violación. Nada, bajo ninguna luz. Ni siquiera si ella primero dijo que sí, pero después se arrepintió y dijo que no.

Si creerse estas excusas patéticas ayuda a sentirse menos criminal, que lástima, porque no solo siguen siendo criminales, además son cobardes.

Este año tuvimos un caso de alto perfil sobre un universitario violador. Los medios lo trataron como un atleta que cometió un error. Pero en realidad hablamos de un criminal que sabe nadar. Su padre se lamentaba porque la víctima le arruinó el futuro a su hijo que ni siquiera pudo tener mucha "acción". Oh, pobre violador que duró mucho en el acto.

Aún queda mucho trabajo por hacer para que esto deje de pasar. Para que los criminales sean tratados como criminales y no justificados. Ser hombre no da derechos especiales sobre las mujeres. Ser blancos no da derechos especiales sobre las otras razas. Ser heterosexuales no da derechos especiales sobre otras sexualidades. Ser católicos no da derechos especiales sobre otras religiones.

Una vez más notamos cómo el lenguaje de los medios es fundamental en la conversación para mejorar estos aspectos de la sociedad. Si realmente queremos usar nuestra cultura occidental para hacer sentir menos a otras culturas, primero tenemos que mejorarla. Porque mientras existan injusticias de este calibre, crímenes de odio, privilegios raciales, de género y fe, y mientras sigan los casos de segregación, pues no estamos en una posición de alardear.