Es sabido que hablar más de un idioma tiene múltiples beneficios. Además de ser una excelente forma de aprender sobre otras culturas y sociedades, aprender un nuevo idioma es bueno para nuestro cerebro y nos hace más inteligentes.
Los niños bilingües se convertirán en adultos más tolerantes


Un estudio de la Universidad de Concordia, en Canadá, analizó cómo el aprendizaje de una segunda lengua afecta las creencias y preconceptos de los niños en edad preescolar. El supuesto inicial del trabajo fue que la mayoría de los niños son esencialistas, es decir que creen que las características de las personas son fundamentalmente innatas, y no aprendidas.
La relación entre el lenguaje y el esencialismo

Krista Byers-Heinlein y Bianca Garcia analizaron un total de 48 niños monolingües, bilingües (niños que aprenden dos idiomas a la vez) y bilingües secuenciales (niños que aprenden un idioma primero, y un segundo idioma después).
Las investigadoras le contaron a los niños una historia sobre un niño nacido de padres ingleses y adoptado por padres italianos, y luego les preguntaron qué idioma creían que el niño hablaría. Acto seguido, les contaron una historia de un pato criado por perros, y les preguntaron si creían que el pato iba a graznar o ladrar.
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La respuesta correcta es que el niño criado en Italia hablará italiano porque el lenguaje es una habilidad adquirida, y no innata. Por otro lado, un pato siempre graznará, aunque sea criado por patos, porque su voz es una característica innata, y no adquirida.
Una de las hipótesis de las investigadoras fue que los bilingües, por su propia experiencia, entenderían que el lenguaje es una habilidad adquirida y que los sonidos que se emiten son una característica innata.
Los resultados fueron algo sorprendente para las científicas. Mientras que los bilingües sí respondieron bien sobre el idioma que hablará el niño, respondieron mal sobre el sonido que hará el pato, y asumieron que si era criado por perros iba a ladrar en lugar de graznar.
Mientras los bilingües tendieron a pensar que todo se aprendía y adquiría con el tiempo, los monolingües tendieron a responder que ambas cualidades eran innatas y que el niño hablaría inglés porque sus padres eran ingleses y el pato graznaría porque es un pato.

Las investigadoras creen que la relación entre el lenguaje y el esencialismo en los niños es de gran importancia para entender el comportamiento humano en edades más avanzadas. Los adultos con fuertes creencias del tipo esencialista son más propensos a apoyar estereotipos y prejuicios.
Por otro lado, quienes aceptan el carácter adquirido de los rasgos de la personalidad tienden a ser más tolerantes, abiertos e incluso defensores de la diversidad.
El trabajo de las investigadoras puede ser un aporte muy significativo en el campo de la psicología infantil, sin embargo no es posible afirmar que quienes son bilingües desde pequeños necesariamente serán más tolerantes y abiertos a la diversidad de adultos.
La diversidad es un valor mucho más complejo y de ninguna manera depende solamente de los idiomas que aprendemos de pequeños.









