Los Dolomitas, montes de aspecto lunar en la región del Alto Adigio

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Desoladas, cortadas a pico sobre centenas de metros, las cornisas de los Dolomitas, en el norte de Italia, no se pueden comparar con las de ninguna otra montaña. Pero así como son de desiertas las altas cumbres son de acogedores los valles, con sus casas de balcones de madera llenos de floridas plantas de geranios y petunias.

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Una cadena natural sorprendente

Se entra en el Alto Adigio por el paso di Sella, entre los agudos dientes del Sasso Lungo y la orgullosa fortaleza natural de Sella. El Valle Gardena, estrechamente encajonado entre cornisas, se abre luego ampliamente tras Ortisei, aldea que perpetúa junto con sus vecinas Santa Cristina y Selva la tradición de esculpir madera y cuya población sigue hablando aún un dialecto romance.

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Por encima del Valle Gardena, los prados de los Alpes de Siusi y de Fié se transforman, durante el invierno, en pistas de esquí. Fié atrae a los turistas por sus célebres baños de heno, al parecer un efectivo tratamiento para los dolores artríticos. El Lago de Carezza refleja los pinos en su espejo azul, al pie de la muralla almenada de Letamar. En el amplio arco donde se unen el Adigio y el Isarco, Bolzano, de remoto origen, es un moderno centro industrial y a la vez una antigua ciudad medieval, de casas con saledizos y callejuelas cubiertas, marcadas por la época de dominación austríaca.

Donde confluyen el Rienza y el Isarco está Bressanone, la vieja ciudad episcopal de estilo tirolés, cuenta con un palacio del Renacimiento y con el Convento de Novacella, ubicado dentro de un estilo barroco-bávaro.

Un recorrido imperdible

Remontando el Rienza, entre suaves ondulaciones, los valles se vuelven más estrechos y sembrados de pequeños pueblecitos que mantienen para los amantes de la montaña un ambiente pastoral.

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El Val de Braies conduce, a mil quinientos metros de altitud, hasta el lago del mismo nombre, espejo de color esmeralda repleto de truchas, encerrado entre majestuosos bosques de abetos y el formidable bastión de Croda di Becco.

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Como parte oriental de los Dolomitas, el Cadora comprende la ancha cuenca del Piave y sus afluentes. El pequeño lago de Misurina, frágil bajo las tres cimas agudas del Lavaredo, acoge en el verano las barcas de paseantes y pescadores.

Los deportes de invierno se practican en Cortina d’Ampezzo; la placentera cañada de Ampezzo y la vieja ciudad donde se mantienen las tradiciones folklóricas, añaden encanto a la renombrada estación de esquí, célebre por sus pistas.

Los Dolomitas ofrecen a quienes gustan de la montaña todos los placeres de las alturas, de la nieve y de las rocas, desde tranquilos paseos hasta las más arriesgadas escaladas.

¿Conocías los Dolomitas? ¿Te gustaría ir allí?

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