En los últimos veinte años, la cantidad de diagnósticos de autismo ha subido notablemente. Actualmente, existe un movimiento que vincula esta enfermedad con el uso de vacunas en los primeros años de vida.
¿Las vacunas provocan autismo?

Esta relación, que no tiene ninguna evidencia científica, ha llevado a que muchos padres no vacunen a sus hijos ante el miedo de que estos presenten síntomas de autismo. Hoy en día, enfermedades que se creían erradicadas en el mundo desarrollado, han vuelto a aparecer.
Por eso hoy queremos ayudarles a despejar las dudas sobre la relación de las vacunas con el autismo.
Qué es el autismo

El autismo no es una enfermedad única, sino que es un espectro. Ningún autista es igual a otro, pero comparten ciertas características y, según ellas, además de su desarrollo intelectual y social, se les ubica dentro de esta amplio espectro, que va desde personas que no se comunican y están prácticamente aisladas a otras con inteligencia normal e incluso superior, con problemas para socializar y desempeñarse dentro de las expectativas de comunicación normales.
Según el CDC, Centro de control y prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el espectro autista corresponde a un conjunto de discapacidades del desarrollo que causan problemas serios de sociabilidad, comunicación y comportamiento.
Las personas que están dentro del espectro autista, empiezan a mostrar los primeros síntomas claros cerca de los dos años de edad, justamente cuando se aplican una serie de vacunas, por ello se ha buscado un enlace entre la vacuna y esta enfermedad.
Vacunas y autismo

Como dijimos, quienes están dentro del espectro autista, muestran señales claras entre el año y medio y los dos años de edad. A los 18 meses, los niños reciben una vacuna conocida como MMR, que les protege contra enfermedades como la rubeola, sarampión y paperas.
La controversia comenzó cuando un estudio publicado por el doctor Andrew Wakefield el año 1998, daba como conclusión la existencia de una relación entre la vacuna MMR y el autismo.
El 2004 y, posteriormente de forma más clara el 2009, el doctor Wakefield tuvo que reconocer que su investigación no fue realizada de forma científica y, la comunidad médica la calificó como un fraude: No se utilizaron métodos fiables de investigación, historias médicas fueron alteradas y, este médico, recibió dinero en demandas realizadas contra los creadores de la vacuna MMR.
Varios estudios serios, no han encontrado una relación entre autismo y vacunas. El aumento en el diagnostico de niños dentro del espectro autismo, se debe a los cambios en los criterios de diagnostico.
Pequeños que antes eran considerados como “excéntricos,” hoy reciben un diagnóstico más claro que les permite acceder a terapia personalizada, que mejora su calidad de vida y, en muchos casos, les permite funcionar de forma casi normal.
Ya sabes, la próxima vez que escuches sobre los peligros de las vacunas y su relación con el autismo, podrás responder de forma científica y, de paso, ayudar a que un niño no se quede sin inmunizaciones que eventualmente podrían salvar su vida.









