Sobre el Océano Atlántico, al este de Brasil, se halla la verde Isla de Santa Catarina, con una superficie de algo más de quinientos kilómetros cuadrados y una altura máxima, en el Morro do Ribeirao da Ilha, de quinientos treinta y dos metros. Una veintena de islas de menor tamaño conforman junto con ella un atractivo archipiélago.
La verde Isla de Santa Catarina

Vocación turísitica
Su capital es la hermosa ciudad de Florianópolis (la que tiene la mejor calidad de vida dentro de Brasil), que en parte se continúa en la tierra firme, con algunos barrios como Biguaçu y Celso Ramos al norte y Sao José y Palhoca al sur, que poseen casi tantos encantos como la isla misma; están allí, por ejemplo, Anhatomirim y su enorme fortaleza y también la Playa de Guarda do Embaú.
Tres puentes la unen con el continente, el Puente Hercilio Luz, el Puente Colombo Salles y el Puente Pedro Ivo Campos. Cuenta con unos quinientos lugares de hospedaje y tiene unas 16.000 plazas hoteleras, los numerosos balnearios sobre sus placenteras costas son el mayor atractivo para el turismo pero hay muchos más motivos para visitarla y muchísimas más cosas para ver y disfrutar en ella. Por ejemplo, un imponente lugar histórico para conocer es la Fortaleza de Sao José da Ponta Grossa que fuera construido durante el siglo XVIII. Similares a ella son las fortalezas de Ratones y de Santa Cruz. También se levanta allí el Castillo de Concepción.
Playas para todos los gustos
Altos morros, verdes colinas, hermosas lagunas, grandes bahías, pequeñas ensenadas y cuarenta y dos playas. Las del norte de la isla tienen aguas tranquilas, entre ellas las más concurridas son Canasvieiras, Ingleses y Jurerê.
Al este se hallan ubicadas las playas deportivas, que son más frecuentadas por la juventud, Joaquina, Barra da Lagoa, Mole y la Lagoa da Conceiçao.
En el sur todo es más agreste, la vida transcurre con más calma, las playas Pantano do Sul y Armaçao se comparten con redes de pesca; descendientes de ancestros llegados de las Islas Azores, pescadores pintando sus barcas y tejedoras de puntillas sentadas en las puertas de sus casas, villas con tradiciones y mucha historia a cuesta, así son Ribeirao da Ilha y San Antonio de Lisboa.
El arte culinario, la arquitectura colonial y el folclore atraen a los visitantes tanto como la arena del mar.
No se puede decir que Santa Catarina sea sólo una isla más puesto que tiene tanto de especial que es difícil de describirlo. Sólo pasando en ella una temporada conoceremos de su magia atrapante y nos encontraremos planeando regresar mientras estemos preparando las valijas para partir.
¿Qué les pareció Santa Catarina? ¿Han visitado alguna vez este sitio?







