La sorprendente historia detrás de Bobby Fischer, un controvertido genio del ajedrez que necesitas conocer

Imagen Wikimedia Commons

Los grandes genios suelen ser excéntricos y, dada su inteligencia fuera de lo común, nos es imposible saber qué pasa por su mente. Uno de ellos fue Bobby Fischer, quizá el mejor ajedrecista del siglo XX.

PUBLICIDAD

Bobby Fischer, nacido en 1943, se convirtió en el Campeón Mundial de Ajedrez a los 29 años, aunque desde los 13 ganaba torneos nacionales en los Estados Unidos, mezclando su genialidad y amor por el juego, con un altísimo coeficiente intelectual que alcanzaba los 187 puntos.

La historia de Fischer podría haberse quedado como la de un genio del ajedrez, pero dada su polémica vida y acciones, las que terminaron con la revocación de su nacionalidad y vida en el exilio, le convirtieron en una una verdadera leyenda.

Un genio poco convencional

Se cree que el ajedrez es un deporte muy formal y en donde cada jugador utiliza su mente para crear movimientos que sorprendan al rival, para luego vencerlo, aunque para Bobby Fischer, este juego era una guerra.

Si bien Fischer hacía peticiones monetarias más altas que cualquier otro ajedrecista en sus tiempos, su comportamiento al jugar y exigencias, que rayaban en lo excéntrico, llamaron la atención de la gente.

Fischer tenía una particular forma de juego, que iba más allá de sus movimientos, ya que para él era clave destruir mentalmente al rival, lo que hacía con distracciones, boicoteando partidos y generando la mayor cantidad de distracciones posibles.

Imagen Wikimedia Commons

Una vez que se convirtió en Campeón Mundial de Ajedrez, nunca defendió su título, ya que se negaba a jugar con alguien que fuese inferior a él, por lo que se retiró del juego competitivo por 20 años. En esas dos décadas escribió libros, se unió a un culto, realizó demostraciones de odio racistas y en contra de la política de su país y, se convirtió en un objetivo importante por parte del FBI.

PUBLICIDAD

En 1992 aceptó jugar un partido en Yugoslavia, ello pese a la prohibición parte de los Estados Unidos. Tras ganar, nunca volvió a su país, y acusado de traición, se pidió su arresto para luego quitarle la nacionalidad.

Fischer vivió en el exilio en Islandia hasta el momento de su muerte, en 2008, años que no fueron tranquilos, ya que celebró los atentados contra las Torres Gemelas en 2001 y nunca dejó de mostrar actitudes de odio hacia todo lo que no le agradaba.

Sus últimas décadas de vida fueron un misterio: muchos afirmaron haber jugado ajedrez contra Bobby Fischer por internet, pero nunca existieron pruebas.

El enfrentamiento de ajedrez que marcó la Guerra Fría

Imagen Wikimedia Commons

El convertirse en Campeón Mundial de Ajedrez en 1972 no solo fue un logro personal, sino que para los Estados Unidos significaba un triunfo en la Guerra Fría que mantenía con la Unión Soviética. El campeonato de Bobby Fischer contra Boris Spaski, fue considerado una batalla entre los dos países, la cual se llevó a cabo en Islandia, tierra neutral para ambos.

El enfrentamiento comprendía 24 partidos y el campeón sería quien más juegos ganará. Fischer puso todo tipo de trabas y condiciones para jugar, incluso no se presentó al segundo partido ya que consideraba que se hacía trampa con la presencia de cámaras de TV. Los juegos se reanudaron a puertas cerradas y tras solo 21 juegos, el ruso se rindió dando el triunfo al norteamericano.

PUBLICIDAD

Una victoria de Estados Unidos sobre la Unión Soviética, la que convirtió a Bobby Fischer en una celebridad y héroe nacional, poniendo al país del Tío Sam por sobre los rusos por primera vez desde el siglo XIX en lo que se refiere al ajedrez, justamente un juego que nació como una forma de prepararse para la guerra.

Su rival tuvo que irse de la Unión Soviética y terminó viviendo en Francia, ya que su derrota no fue considerada deportiva, sino que de batalla en plena Guerra Fría. Bobby Fischer no disfrutó de su éxito, ya que se consideraba antipatriota. Un enfrentamiento de ajedrez que marcó la Guerra Fría, siendo considerada la partida del siglo y no solo por el alto nivel de juego.

Bobby Fischer se convirtió en enigma y leyenda, un genio del ajedrez, quizá el mejor de la historia aunque no siguió jugando competitivamente, pero su legado, no solo en el tablero, le hacen hoy merecedor del título de antihéroe, tan genial como loco, brillante y lleno de odio y, por sobre todo, enigmático.