La otra cara de la Madre Teresa de Calcuta

Con la noticia de la canonización de la Madre Teresa de Calcuta, esto es, la designación oficial como santa por parte de la Iglesia Católica, llevada a cabo por el Papa Francisco este domingo, han vuelto a resurgir las voces críticas acerca de la vida y obra de la mujer que se convirtió en un símbolo de la iglesia y, en especial, de la ayuda a los pobres y enfermos, una imagen que superó las barreras de la religión y fue aceptada por muchos, creyentes o no.

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Esta imagen de santa que tenía incluso antes de su canonización oficial, respaldada por la mitología en torno a su humanidad y filantropía, fue objeto de numerosas críticas y cuestionamientos.

El "ángel del infierno"

Uno de los trabajos más citados como crítica a los métodos y la efectividad de la ayuda caritativa de la Madre Teresa es el documental británico Hell’s Angel (“Ángel del infierno”) de 1994, producido y narrado por Christopher Hitchens, un autor y crítico que más tarde fue quien ofició como “abogado del diablo” en el proceso mismo de canonización de la Madre Teresa (una instancia oficial prevista por la iglesia, en la que alguien cuestiona los documentos presentados a favor de la canonización).

El documental, cuyas críticas luego serían expandidas por el mismo Hitchens con su libro The Missionary Position: Mother Teresa in Theory and Practice, denuncia varias de las inconsistencias entre lo que podemos llamar  el mito de la Madre Teresa —perpetrado por las autoridades católicas pero también por reporteros que comenzaron a hablar de cualidades milagrosas cuando había explicaciones mucho más terrenales y mundanas— y la realidad de su trabajo.

Se puede ver, por ejemplo, a la propia Madre Teresa diciendo que su intención es darle a los pobres a través de la fe lo que los ricos obtienen con dinero.

Así, sostiene el documental, los desahuciados que estaban a su cuidado carecían de atención médica básica y de medicamentos, antibióticos o analgésicos, con la fe y el camino de Dios como único remedio y salvación. A lo sumo alguna aspirina y algunas vacunas inoculadas con jeringas sin esterilizar. 

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Todo esto a pesar de que su organización, las Misioneras de la Caridad, contaba con un enorme ingreso de dinero proveniente de donaciones.

¿Por qué no utilizar este dinero para mejoras edilicias, de instalaciones, equipaje, instrumental médico, para construir hospitales o conseguir medicamentos? En lugar de ésto, se construyeron en distintas ciudades muchos santuarios iguales, sin mesas ni sillas ni jardines, con colchones en el piso para los enfermos y nada más, pero que servían para expandir el nombre de Madre Teresa como símbolo de la ayuda caritativa

Según otra denuncia del documental, se produjeron muertes evitables bajo el cuidado de las Misioneras de la Caridad, por negarse a realizar simples tratamientos o a trasladar pacientes a un hospital.

En cierto modo, se fetichizaba el sufrimiento de los pobres en lugar de aliviarlo o revertirlo, pero el mundo lo vio como una muestra ejemplar de compasión y generosidad.

Este dudoso procedimiento se refleja en una famosa cita de la Madre Teresa, que dijo:

“Creo que es muy bello ver a los pobres aceptar su destino, compartirlo con la pasión de Cristo. Creo que el mundo es mejor con el sufrimiento de los pobres”

Política, dinero y religión

Imagen Getty Images

Independientemente de la visión filosófica o (in)humanitaria detrás de su obra caritativa, hay otras críticas que también cuestionan sus motivaciones, su relación con el poder, sus posiciones en temas políticos y el manejo de las enormes sumas de dinero que obtuvo como parte de su caridad.

Otro renombrado crítico de Madre Teresa es el médico indio Aroup Chatterjee, quien trabajó junto a ella en algunos de sus hogares.

Chatterjee aseguró que muchas de las casas e instalaciones de las Misioneras de la Caridad no realizaban en absoluto trabajo de caridad, y se utilizaban en realidad para convertir personas al catolicismo. Según él, ninguno de los ocho lugares que la organización tenía en Papua Nueva Guinea tenía pacientes o residentes.

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La Madre Teresa era también representante de la parte más conservadora y dogmática de la iglesia, y participó activa y públicamente en la condena a la legalización del aborto y la utilización de anticonceptivos, dos posturas que afectan especialmente a las mujeres más pobres, sobra decirlo.

A pesar de que ella misma negaba tener interés en asuntos políticos (y su relación con los líderes del mundo era vista como una muestra de humildad y ecuanimidad), en 1981 viajó a Haití a respaldar a aceptar una distinción de parte del brutal dictador Jean-Claude Duvalier, quien asesinó y torturó a miles de haitianos y robó millones que dejaron al país hundido en la pobreza. Cuando la Madre Teresa lo visitó llevaba 10 años en el poder.

Ella también apoyó el régimen dictatorial comunista de Enver Hoxha en Albania, su país natal, y mantuvo una amistad con el polémico empresario Charles Keating, quien donó millones de dólares a su causa y le prestaba su jet privado. Cuando Keating fue hallado culpable de fraude, la Madre Teresa se negó a devolver su dinero y siguió elogiándolo por su caridad y su activismo (era un antipornógrafo que fundó una organización llamada “Ciudadanos por la literatura decente”).

La canonización de la  Madre Teresa de Calcuta es un asunto que concierne especialmente a la Iglesia Católica y sus creyentes, que tienen derecho a idealizarla, santificarla e ignorar su costado menos virtuoso.

Para el resto del mundo, sin embargo, es obligatorio considerar su figura en toda su magnitud, especialmente porque su ayuda, tan valiosa y primordial como puede haber sido para muchos, es menos influyente sobre la situación del mundo que otros aspectos de su vida, obra y pensamiento, los valores e instituciones que representó con ellos.