La masacre de Orlando: tiroteo, terrorismo, pero sobre todo, homofobia dirigida a nosotros


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Fue un crimen de odio contra los gays 

Lo sucedido el sábado 12 de junio de 2016 en Orlando no le pasó a "todo el mundo occidental" ni fue un atentado a la libertad y la posibilidad de divertirnos: le pasó a un grupo históricamente vulnerable y agredido: las personas LGBT.

Calificado por Obama como "un acto de terrorismo" y "un acto de odio", es terrorismo doméstico -el tirador Omar Mateen le dedicó el baño de sangre a ISIS, aunque el vínculo aún no ha sido demostrado y la investigación en curso parece apuntar a que actuó por cuenta propia-, leerás que es calificado como  tiroteo masivo o mass shooting -el más letal en la historia estadounidense- y es ante todo un crimen de odio.

¿Por qué digo que no le pasó a "todo el mundo occidental"?

Luis Omar Ocasio-Capo, de 20 años, murió el sábado en la discoteca Pulse 

Porque las víctimas fueron elegidas por estar en una discoteca LGBT. 50 personas perdieron sus vidas esa noche en que fueron a bailar. Si no eres gay o no vas a bailes gays, no corrías peligro. No hubieras estado ahí. Porque no había motivaciones políticas detrás ni precisamos ir a las colinas en el desierto de Iraq donde se esconden células yihadistas para rastrear las motivaciones de Omar Mateen. Su violencia existe a luz del día, mucho más diluida, pero palpable.

En este "debate" en televisión en Sky News, el columnista de The Guardian Owen Jones se va del programa frente a la incapacidad de los otros dos participantes de reconocer que se trata esencialmente de un crimen hacia personas LGBT

Como terrorismo, sería el mayor atentado después de las Torres Gemelas. Como mass shooting, sería el más letal. Pero forma parte de una tristísima historia que no es nueva: hay incontables víctimas de episodios aislados. En público: gente que no te conoce y te odia. La mayoría de las personas LGBT recibimos violencia a diario. 

Y también, yendo a matar personas LGBT en los pocos lugares donde se nos permite ser sin censura, en nuestra propia casa. En 1973, hubo una masacre en una discoteca de New Orleans, el  Upstairs Lounge, que fue prendido fuego y donde murieron 32 personas en veinte minutos. Nunca se encontró al culpable y los medios apenas cubrieron la noticia, los políticos no se pronunciaron, quienes murieron y sufrieron fueron humillados.

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En 1978, Harvey Milk y el acalde de San Francisco George Moscone fueron asesinados por un rival por defender nuestros derechos. En 1997, explotó una bomba en un bar de lesbianas en Atlanta y en el 2000, tiros disparados hacia un bar gay en Virginia. Esos en Estados Unidos, con menos víctimas. 

Omar Mateen, que era guardia de seguridad, tenía una historia de violencia doméstica, de comentarios racistas y homofóbicos como "mátenlos a todos". 

No fue la yihad, no fueron las armas de fuego que levanta un adolescente trastornado -quien quiere dañar siempre encontrará la forma-, fuimos nosotros: los enfermos y desviados sexuales que queríamos bailar tranquilos

Según el padre del tirador y homicida de 50, fue porque "vio a dos hombre besándose" en Miami unos meses antes...

No usen nuestras muertes para ninguna otra cosa (ni propaganda, ni un Occidente atacado, nada de eso), tan solo para pensar en cómo hemos muerto y en cómo nos han atacado, día a día, todos los días. Vivimos en desventaja. No culpes al Islam de esto. No culpes a las armas. Cúlpate a ti mismo.

Paz