No caben dudas de que Argentina es, en muchos aspectos, un país bastante insólito. ¿Cuántas veces nos encontramos diciendo frases como «esto solo pasa en Argentina» o «somos el mejor país del mundo» de manera irónica?
La ley que obliga al presidente a apadrinar al séptimo hijo de una familia

Quizá sea nuestra idiosincrasia pero hay cosas a las que no podemos encontrarle explicación. O sí, como la razón por la que una ley obliga al presidente a apadrinar al séptimo hijo del mismo sexo de un matrimonio.
Un mito urbano que se convirtió en ley

Para entender por qué, tenemos que remontarnos al año 1974, cuando el gobierno de María Estela Martínez de Perón aprobó el Decreto 1335, que convertía en ley esta tradición, que se venía realizando desde principios del Siglo XX.
En aquel entonces, era una creencia popular que el séptimo hijo de un mismo sexo se convertiría en lobizón (en caso de ser hombre) o en bruja, en caso de ser mujer. Esto provocaba que muchos niños fueran rechazados por sus padres.
El mito llegó a la argentina de mano de la emigración europea. Aquí es cuando las versiones comienzan a contradecirse entre sí.
Cuáles son las versiones

La primera sostiene que el Presidente comenzó a apadrinar a estos menores para evitar que las familias los abandonaran o dieran en adopción.
La otra, dice que un matrimonio argentino radicado en Rusia le pidió al Presidente José Figureoa Alcorta en 1907 que apadrinara a su séptimo hijo, siguiendo una tradición impuesta por la emperatriz Catalina la Grande, cuyo padrinazgo imperial otorgaba una protección mágica contra cualquier mal.
La cuestión es que el ejecutivo decidió adoptar esta tradición, la cual se mantuvo vigente a lo largo de los años. La ley además estipula que el niño debe recibir una medalla y una beca escolar para que complete los estudios primarios, secundarios y universitarios.
Todo esto, con una condición...

En el 2016, el Presidente Mauricio Macri recibió una petición de padrinazgo por parte de una familia mendocina que había tenido su séptimo hijo varón. Sin embargo no pudo hacerlo, ya que la ley requiere que el chico se bautice.
El problema es que el obispado de Santa Fe rechazó el bautismo debido a que Macri (su padrino) está divorciado, lo que le impide comulgar según la institución. Un auténtico delirio de proporciones, literalmente, bíblicas. ¿Conocías esta historia?







