Una región bella y próspera nacida al abrigo del arco alpino, Turín siempre atrajo invasores debido a su gran riqueza, los ejércitos de Barbarroja, de Napoleón, de Francisco I, desde los españoles hasta los austríacos todos cruzaron las montañas para querer sojuzgar a estos pueblos. Pero no lo consiguieron y allí mismo fue donde se gestó el denominado “Resurgimiento”, movimiento que dio origen a la Italia que hoy conocemos.
La Italia del Norte: El Piamonte, un paseo por Turín

Una ciudad emocionante
En el corazón mismo del Piamonte se alza majestuosa Turín, asentada en medio de colinas sobre la orilla izquierda del río Po muestra un trazado geométrico inspirado en el castro romano que fuera (Augusta Taurinorum) pero modificado por los urbanistas en el siglo XVII; de la ciudad romana originaria se conservan sólo la Puerta Palatina y las colecciones que alberga el Museo de Antigüedades.

En el siglo XV se convirtió en la capital de Piamonte-Cerdeña y la casa de Saboya estableció allí su residencia; el Palacio Real, sobrio y clásico edificio de ladrillo, se abre sobre la inmensa plaza Castello mediante grandes rejas forjadas, guardadas por imponentes estatuas. En el Museo Cívico de Arte Antiguo podemos ver esculturas góticas de madera y en las afueras de la ciudad se alza el elegante Pabellón de Caza Stupinigui, con un ciervo de bronce en lo alto de su cúpula rodeado por un hermoso parque.
Pinceladas autóctonas
El Palacio Carignano, con su fachada barroca, se convirtió en lugar histórico al albergar en 1861 a los 443 diputados del Primer Parlamento Italiano. La que fuera la Academia de Ciencias alberga hoy en día el mencionado anteriormente Museo de Antigüedades, la galería Sabauda (con ricas colecciones de pintura flamenca y holandesa) y el Museo Egipcio.
El parque de Valentino, a lo largo del Po, constituye un oasis de frescura y, dominando la ciudad, a algo más de seiscientos cincuenta metros, está la Basílica de Superga, edificada por orden del rey Víctor Amadeo II. En los suburbios industriales se encuentra la mundialmente conocida fábrica de automóviles Fiat.

Por encima del valle de Susa, regado por el Doira-Ripaire, el Monasterio de la Sacra di San Michele, vela desde una altitud cercana a los mil metros. Durante la Edad Media este monasterio albergó a más de cien monjes benedictinos; hay que traspasar la Puerta de Hierro, subir a lo largo de la Escalera de los Muertos y admirar las esculturas del siglo XII que representan al Zodíaco y los frescos del siglo XVI que rememoran la leyenda de la fundación del Santuario.
En Verceil, rodeada de arrozales, podemos visitar la Basílica de San Andrea que data del siglo XIII; su pequeño claustro, cuyos arcos se apoyan en columnas redondas, agrupadas de cuatro en cuatro, seduce por su misma simplicidad.
Turín, moderna, industrial pero con un aire bucólico en su entorno. El pasado y el presente unidos para deleitar al espíritu más exigente. Es visitarla una vez y desear regresar siempre. ¿Listos para el viaje?
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¿Visitaron alguna vez Turín? ¿Qué es mejor: museos o paisajes?







