Sentada sobre granito y pórfido, la Isla de Elba es célebre desde la antigüedad gracias a sus vinos de cuerpo y a sus minas de hierro al aire libre. En sus 223 kilómetros cuadrados se concentran paisajes increíblemente variados, cuyo único punto en común es un cierto sentido de la medida puesto que eso es lo que se puede decir de ella, que es medida, correcta en todo.
La Isla de Elba y el Archipiélago Toscano


Paraíso de tonos cálidos
La costa norte está cubierta por abundante vegetación y es ideal para el descanso, de hecho hay en ella lujosas residencias cuyos dueños viven en el continente y vienen sólo a vacacionar; el sur es más árido, semejante al norte de África pero no por ello con menos atractivos. La Isla de Elba cuenta con una elevación de 1019 metros, el Monte Capanne, cuyas cuestas enmalezadas y con árboles de castaños nos recuerdan mucho a la cercana Córcega.

Cuando su historia comienza pertenecía a los etruscos, quienes habían instalado en ella los rudimentarios complejos siderúrgicos de las primeras épocas, luego pasó a manos de los cartagineses, más tarde a la de los romanos, perteneció a los pisanos, a los genoveses, a los toscanos, a los españoles y, durante diez meses, fue el último reino de Napoleón, que aprovechó la ocasión para unificarla. Portoferraio cultiva cuidadosamente el recuerdo del gran emperador francés; la iglesia de San Cristino, o Reverenda Misericordia, conserva aún reliquias napoleónicas y están también en pie la Villa de los Molinos y la Villa Napoleón, que fuera su residencia campestre en San Martino, a algunos kilómetros de la ciudad.
Lugares para recorrer mil veces
En la costa norte está Procchio, un elegante centro turístico en cuya playa se puede caminar todavía por sobre las escorias que dejaran los altos hornos de la antigüedad; también encontramos en esta bella costa los pequeños puertos de Marina di Campo, Porto Azurro y Río Marina, desde donde salía el mineral de hierro. Pueden visitarse las minas y llevar de recuerdo alguna que otra pirita que se recogen aquí y allá. Luego de pasear por Marciana, que es un encantador pueblito al pie del Monte Capanne, podemos subir hasta la ermita de la Madonna del Monte, lugar en el que según narra la historia tuvieron su último encuentro Napoleón y María Waleswka.

Otras pequeñas islas la acompañan formando el Archipiélago Toscano, ellas son Gorgona, Capraia, Pionosa, Giannutri, Giglio y Montecristo, acompañada esta última de la leyenda de su famoso tesoro escondido. Todas son destinos ideales para los amantes de la naturaleza.
¿Conocías acerca de la Isla de Elba? ¿Qué te parece más bonito de la zona?







