Ubicada entre el Palacio de Tribunales y el Teatro Colón, la Plaza Lavalle es uno de los puntos neurálgicos más importantes de la ciudad. Como tal, este espacio verde esconde mil historias pero hay una en particular que nos llama la atención: ¿ Por qué la plaza Lavalle se llama así?
La histórica rivalidad escondida detrás del nombre de la Plaza Lavalle

Para ello tendremos que remontarnos a un enfrentamiento que dividió al país durante gran parte del Siglo XIX: «unitarios vs federales». Tal era el rencor entre estos bandos que, incluso décadas después del conflicto, cuestiones como el nombre de un espacio público se dirimían en base a esta vieja rivalidad.
¿Quién era Lavalle?
Juan Lavalle fue un militar héroe de la independencia argentina que formó parte del bando unitario durante las guerras civiles argentinas. Fue él quien dio el puntapié del conflicto, cuando en 1828 derrocó al Gobernador de Buenos Aires Manuel Dorrego como parte de un complot unitario.
Dorrego era federal y tras su derrocamiento, huyó de Buenos Aires para intentar contra-atacar en la Batalla de Navarro. Su ejército acabó siendo derrotado y, tras una sublevación, fue capturado por las fuerzas de Lavalle, quien ordenó su ejecución.
Este hecho marcó el inicio de un período de conflictos internos que recién culminaría a finales del Siglo XIX. Fue precisamente al final de esta etapa que, en 1878, las autoridades de Buenos Aires hicieron un homenaje a Lavallle nombrando la plaza que todos conocemos a su nombre.
¿Coincidencia? No lo creo...
Sin embargo, la elección de este espacio público no era casual, ya que el terreno se encontraba frente al Palacio Miró, una de las mansiones más destacadas de la época, que pertenecía a la familia de Manuel Dorrego. Sí, el militar fusilado por Lavalle 50 años atrás.
No solo eso, sino que además el estado construyó una columna como reconocimiento a Lavalle justo frente a la entrada de la propiedad. Fue tal la afrenta, que durante décadas la familia mantuvo las ventanas tapiadas para que ni el parque, ni el monumento, se pudieran ver desde la mansión.
Así pasaron los años, hasta que en 1937 la mansión Dorrego fue demolida, a más de 100 años de la muerte del general. Como último guiño del destino, el terreno de la propiedad fue destinado a ampliar la plaza que llevaba el nombre de su enemigo. Oh, la ironía.
¿Conocías esta historia secreta de Buenos Aires?
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