Sumisión de las mujeres musulmanas. Opresión. Derechos de las mujeres. Islam radical.
La controversia del burkini o la obsesión con "liberar" a las mujeres musulmanas sin pedirles su opinión

Son palabras y expresiones que desatan pasiones... sin que por eso la pasión lleve a documentarse, informarse y, sobre todo, a pedir la opinión de las personas directamente involucradas por la temática antes de declarar por ellas.
La controversia mediática desatada tras la prohibición del porte del burkini (mediante multas que ya han comenzado a aplicarse) en una playa de Cannes, Francia, fue tal que llegó a ser abordada en medios de los Estados Unidos y de América Latina.
- Así te contábamos la polémica: Prohibición del burkini en Francia: ¿protección o estigmatización?
Lo curioso es que, a lo largo de este debate social, las voces que menos se escucharon fueron las de las personas más afectadas por toda la controversia: las mujeres que usan burkini (y podríamos decir que las mujeres musulmanas en toda su extensión, si tenemos en cuenta el contexto histórico y social de la cuestión, como veremos a continuación). Intendentes (la prohibición se ha extendido a varias ciudades del sur de Francia), periodistas, filósofos y militantes feministas se han expresado con verbosidad sobre lo que el burkini representa, sobre lo que es y lo que no es (pero no para las que lo usan, sino que para el resto, los que miran a las que lo usan).
El primer ministro de Francia, Manuel Valls, declaró su apoyo a los intendentes que pujan por una prohibición del burkini en sus playas, con la frase siguiente: "El burkini no es una moda, es la traducción de un proyecto político de contra-sociedad, basado en la sumisión de la mujer". ¿Proyecto político? ¿Contra-sociedad? ¿Seguimos hablando de una vestimenta para la playa?
La realidad es que, para entender esta controversia, es importante conocer el trasfondo político, social y cultural de esta temática, a saber: la relación que Francia mantiene con el concepto de laicidad.
En nombre de la laicidad

De hecho, la laicidad es el argumento de base de la prohibición que dió lugar a este debate. Así fue que, el 27 de julio de este año, el intendente de Cannes decidió que la playa estaría prohibida a todas aquellas personas que llevaran puesta "una vestimenta de playa que manifieste de forma ostentosa una pertenencia religiosa" y que no respete "las buenas costumbres y la laicidad", así como la higiene y las medidas de seguridad.
Podríamos preguntarnos qué relación tienen la higiene (¿qué cambia bañarse con poca o menos ropa en el agua del mar, donde el riesgo higiénico más grande es el de la polución y la basura?) y la seguridad (¿no es más seguro bañarse con una pieza que tapa el cuerpo y lo protege de las rocas y el sol?) con todo esto, pero la verdad es que eso amerita un artículo entero.
En lugar de eso, propongo enfocarnos en la temática de la laicidad à la française. Para quien no conozca la sociedad e historia de Francia, tal vez sea difícil entender por qué la laicidad se encuentra en el centro de este debate. Si bien la ley de 1905 definía la laicidad en términos de garantía de la libertad de conciencia y de neutralidad del estado, su interpretación actual engloba tanto instituciones como individuos.
Así, no es solamente la escuela que debe ser neutra (por ejemplo, ninguna religión debe definir o influenciar los contenidos de los cursos), también deben serlo quienes allí trabajan o estudian (el aspecto físico de una persona no debe denotar ningún tipo de afiliación religiosa).

Como es de imaginar, este proceso no escapa a las críticas. ¿Es posible legislar absolutamente todos los recovecos del espacio público en términos de laicidad? ¿Quién decide lo que es un signo ostentoso? Además, esta preocupación por la pureza laica no parece aplicarse igualmente a todas las tradiciones religiosas. En Francia, las campanas de las iglesias y catedrales suenan cada día y, como bien se sabe, de manera bastante estridente, para llamar a misa. ¿No constituye eso una afrenta a la laicidad (especialmente la de nuestros oídos)? Por otro lado, la mayoría de los feriados nacionales franceses están basados en la fé cristiana (Navidad, Asunción de María, Día de la Ascensión, Pascuas, Pentecostés, Día de Todos los Santos).
Estos y otros argumentos llevan a algunos a pensar que la lucha por la laicidad francesa es, en realidad, una excusa para controlar, estigmatizar y oprimir a ciertas minorías y, en este caso, a los musulmanes franceses. Desde comienzos de los años 2000, no solo se han multiplicado las leyes que, de una manera u otra, controlan y restringen el acceso al espacio público de las mujeres musulmanas, sino que los debates sociales en torno al Islam se han convertido en un género mediático en sí mismo.
Yo te libero. Tú no te liberas. Nosotros te liberamos.

Desde el año 2004, el velo islámico (de vuelta en el marco de una ley sobre los "signos religiosos ostentosos") está prohibido en las escuelas y liceos públicos. Como resultado, las estudiantes que usan velo se ven forzadas a quitárselo una vez que entran en la institución escolar. En aquel entonces, como hoy, el argumento era el de "liberar" a las jovencitas. Desde el año 2010, la ley prohibe disimular o esconder el rostro en espacios públicos, prohibiendo de facto el porte de la burqa o niqab, vestimentas que cubren enteramente el cuerpo y rostro de las mujeres. Es interesante notar que, cuando el frío corta la piel y es menester taparse el rostro con bufanda y gorro, todos estamos quebrando la ley. Pero no nos atardemos intentando descifrar la falta de lógica de estas leyes francesas. Prosigamos.
Como resultado de estas y otras leyes francesas, los empleados públicos no pueden tampoco llevar puestos "signos religiosos ostentosos", por lo que las mujeres musulmanas que usan velo no pueden acceder a empleos en la función pública. En el sector privado, esto queda a discreción del empleador. Sin embargo, la gran mayoría de las empresas prefieren que las empleadas que se desempeñan en ciertos sectores, como por ejemplo la atención al cliente, no usen velo.
De esta manera, las oportunidades de trabajo existentes para las mujeres musulmanas que usan velo se ven especialmente restringidas. Interesante es notar que ninguna de estas restricciones se aplican a trabajos de limpieza o de cuidados, empleos que terminan siendo entonces las únicas opciones para aquellas mujeres sin estudios o calificaciones. Para estas mujeres, las opciones son dos: quitarse el velo o limpiar y cuidar niños o ancianos. Liberación y derechos de las mujeres, ¿no?
El burkini: otro falso debate sobre el Islam

Más que hacer un resumen de las numerosas y repetitivas campañas y debates (mediáticos o no) llevados a cabo sobre o en relación a los musulmanes en Francia, voy a citar las palabras del militante anti-racista francés Louis-Georges Tin sobre la cuestión:
"Luego del debate sobre el velo islámico, el debate sobre el hijab, sobre el niqab, sobre el burqa, sobre el burkini, sobre el velo en la universidad, sobre las mujeres con velo que participan de las salidas escolares, sobre las babysitters con velo en las guarderías, sobre el largo de las faldas, sobre el halal, sobre los locales que venden halal, sobre los que no venden carne de cerdo, sobre los menúes de sustitución en la escuela, sobre los mataderos rituales, sobre los rezos de calle, sobre la financiación de las mezquitas, sobre "el terrorismo islámico", sobre los barbudos, sobre el largo de las barbas, sobre el salafismo, sobre el djihad, sobre las piscinas no mixtas, el debate sobre la identidad nacional, el debate sobre la laicidad, el debate sobre la pérdida de la nacionalidad, el-debate-sobre-si-el-islam-es-compatible-o-no-con-la-República, el-debate-sobre-si-en-verdad-existe-la-islamofobia-en-Francia, después de centenares de portadas de revistas sobre (o contra) los musulmanes, la verdad es que me pregunto por qué será que los musulmanes tienen la impresión de que Francia tiene algo contra ellos".
Vale destacar que, más allá del tono sarcástico de su texto, todos y cada uno de los eventos mencionados ocurrieron y siguen ocurriendo en Francia. Alumnas han sido enviadas a sus casas por tener faldas "demasiado largas" que "daban a entender que eran musulmanas". Cuando un supermercado no vende cerdo o alcohol (cosas que muchos musulmanes no consumen) simplemente porque la gran mayoría de su clientela es musulmana, se ve obligado a vender dichos productos o a cerrar. En el año 2013 hubo un arduo y denso debate sobre si las madres que usaban velo podían o no acompañar a sus hijos en las salidas escolares que pedían participación de las familias. Muchas escuelas siguen sin permitirlo.
Liberar a la fuerza

Todo esto sucede en Francia, país que durante más de cien años benefició política y económicamente de la colonización, explotación y masacre de poblaciones musulmanas (especialmente en países africanos), y en el que millones de musulmanes viven desde hace ya numerosas décadas (podríamos mencionar de pasaje que las primeras migraciones fueron organizadas por el estado francés con el fin de obtener mano de obra barata).
Todo esto sucede en Francia, donde los atentados vinculados al terrorismo islámico se han multiplicado en los últimos años. Aunque un tercio de los fallecidos en el atentado de Nice fueran musulmanes (y aunque la enorme mayoría de las miles y miles de víctimas que el terrorismo islámico viene cobrándose desde hace años sean musulmanas), para muchos sectores de la sociedad francesa: musulmán = terrorista.
Como resultado, los atentados y actos de violencia contra personas percibidas como musulmanas se encuentran en aumento y, una vez más, las víctimas más vulnerables de este odio son las mujeres con velo. Desde comentarios e insultos a velos arrancados y golpizas, muchas mujeres con velo se sienten cada vez menos seguras cuando se mueven en los espacios públicos del país galo.
¿Es posible que la batería de leyes que aumentan el control y estigmatización de las mujeres con velo facilite una generalización de la falta de respeto y la actitud violenta hacia estas mujeres? Si bien esto no puede ser demostrado científicamente, la pregunta es válida.
Curiosamente, para un conjunto de leyes que en teoría buscaban "liberar a la mujer musulmana", el resultado parece ser la creación de un marco de vida opresivo y violento. ¿Ironía o conclusión lógica del intento de "liberar a la fuerza"?
Burkini, bikini. Potayto, potahto.

Para sus detractores, el burkini es una tela opresiva que invisibiliza y somete el cuerpo de la mujer. Habrá que preguntarse qué opinaran estos amantes de la libertad femenina sobre la práctica tradicional asociada a la prenda de baño comúnmente llamada " bikini". Según ésta, las mujeres tienen que mostrar prácticamente cada centímetro de su cuerpo en prendas de baño cada vez más minúsculas. Así, debemos poder ser capaces de observar y palpar con los ojos cada recoveco de sus cuerpos. A la vez, cada región de esos cuerpos femeninos son codificados y deben existir en base a dictámenes imposibles de alcanzar para la mayoría de los mortales.
No deben presentar: ni marcas, ni cicatrices, ni pelos, ni grasa, ni celulitis, ni flacidez, ni piel demasiado blanca, pero tampoco piel demasiado oscura, ni rollos donde no deben estar, pero sí curvas donde deben estar (y solo ahí), ni "piel naranja", ni glúteos caídos, ni glúteos demasiado grandes pero tampoco glúteos demasiado chicos, ni ninguna de las cosas que componen un cuerpo humano normal, ni la angustia y depresión que sienten esas mujeres, puesto que saben perfectamente que sus cuerpos nunca serán hermosos. Jamás. Es imposible. Ese es el juego, esa es la trampa. El cuerpo femenino DEBE exponerse pero también DEBE ser perfecto, sino, game over. Y así marchan ellas hacia el agua de la orilla, con sus cuerpos que deben ser expuestos para poder confirmar lo imperfectos que son.
Según la opinión pública, el burkini es una "tela horrenda". Según la misma opinión pública, si se retira la tela, los cuerpos de mujeres son horrendos.






