Recorriendo las calles del casco histórico de Salamanca, hay un monumento que constituye una visita imperdible para el turista que visita la ciudad del saber. Se trata de la Iglesia de la Clerecía, que en esta recorrida de fin de semana por el turismo religioso de Salamanca quiero marcarlo como una referencia ineludible de la tradición eclesiástica de la ciudad.
La Clerecía de Salamanca en su casco viejo


Iniciada su construcción hacia el año 1617, la Clerecía quedó finalizada cuarenta años más tarde (en 1755), y su construcción demando por su envergadura y tamaño el derribar un gran número de casas adyacentes al terreno de su construcción, demoliciones que incluyeron la de la antigua Iglesia del Espíritu Santo.
Hoy en día la Clerecía podemos apreciarla en su máximo esplendor, y una visita a este monumento adquiere características espectaculares. Siendo un símbolo del barroco, se divide una parte pública y una privada (donde habitaban los religiosos). En su interior destaca el claustro barroco de tres pisos, hermosos retablos y la estatua de Cristo flagelado detrás del altar mayor.
Fachada de la Clerecía
Sin embargo, el elemento más destacable de la Clerecía es su fachada barroca de decoración plateresca. Habiendo sido diseñada por el maestro García de Quiñones, la fachada se compone además de dos torres, las cuales fueron añadidas a la construcción original junto al claustro del cual ya hablamos.
Además, algo que vuelve mucho más interesante la visita, desde 1940 la Clerecía de Salamanca alberga la Universidad Pontificia de Salamanca, una institución pilar de la ciudad.
Para visitarla acude a ella de lunes a viernes a las 13:15, sábados 19:30 y domingos y festivos a las 12:30. Como debe ser en toda iglesia, la entrada es gratuita.

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