Hasta tal punto Milán se proyecta hacia el futuro que uno podría llegar a olvidarse del excelso brillo de su pasado; sin embargo, tras el rostro moderno de la capital de la economía de Italia, iglesias y museos resguardan en ella los grandes tesoros de la antigüedad.
La ciudad de Milán, sinónimo de opulencia


Una épica historia
La ciudad fue fundada en el lugar donde ya existía un templo pagano por el Arzobispo San Ambrosio que descansa allí, en la Basílica reconocida por los notables capiteles románicos de su atrio. El período medieval queda marcado por la dominación de la familia Visconti, sucedida por los Sforza, quienes rivalizan entre ellos por el refinamiento, dejando en la ciudad innumerables testimonios de su magnificencia.
Comenzado a construir hacia fines del siglo XIV, por orden de Jean-Galeás Visconti, el Duomo reunió a arquitectos alemanes, franceses y lombardos; su construcción continuó hasta el año 1809, cuando Napoleón ordenó que se terminara la fachada oeste. A pesar del tiempo transcurrido y de las manos que pasaron por ella, es una gran unidad arquitectónica. Mármol blanco, gran explanada pavimentada, decenas de campanarios y millares de estatuas, todo de enormes proporciones.

Ludovico, el Moro, preclaro mecenas de la familia Sforza, atrajo a Milán al arquitecto Bravante, quien diera muestras de su gusto por lo antiguo en el Coro y la Tribuna de la iglesia de Santa María de la Gracia y al gran Leonardo Da Vinci que, en el antiguo convento de los Dominicos, pintó el célebre fresco que representa la Ultima Cena. En el Palacio de la Ambrosiana, la pinacoteca ofrece, entre otras riquezas, un abanico único de dibujos de Leonardo, una Virgen de Botticelli y los cartones que realizara Rafael para su maravilloso fresco “La Escuela de Atenas”.
Un recorrido impresionante
El Colegio de los Jesuitas, levantado en el siglo XVII, alberga la pinacoteca de Brera, fundada por Napoleón, cuya estatua realizada por Canova preside los arcos del patio. En las salas, dominadas por el increíblemente realista “Cristo muerto” de Mantegna, se puede admirar una vista de conjunto de la escuela de pintura lombarda de los siglos XV y XVI.
El Museo de Arte Antiguo está repleto también de obras lombardas excelentes y en el amplio Parque Sampione se levantan las tres aberturas del Arco de la Paz, coronado por una imponente estatua obra de Sangiorgio.
Toda la ciudad bulle gracias al comercio, se ven hombres de negocios en el famoso Teatro de la Scala con sus seis pisos de balcones, otros apoyando a su equipo de fútbol el mundialmente reconocido Inter y en la Feria Camponaria en la que industriales de todo el planeta se reúnen año tras año; lo comercial no está reñido con el Arte, con los deportes ni con la industria, todo se aúna en Milán para dar un resultado maravilloso y único.
¿Han visitado Milán? ¿Cuál es su zona favorita de Italia?







