El sarcasmo es casi que la forma primaria de comunicación de la sociedad contemporánea. Todo el tiempo somos sarcásticos, entendemos el sarcasmo de los otros y nos comunicamos en base a él. ¿Pero qué es realmente? ¿Por qué lo usamos? ¿Por qué somos así? ¿Qué utilidad tiene?
¿La ciencia del sarcasmo? Si, claro...

¿Qué es el sarcasmo o la ironía?

Técnicamente el sarcasmo es la figura retórica que consiste en emplear la ironía. Se utiliza para ridiculizar o criticar una idea, sin embargo, en la actualidad también se usa como recurso humorístico. La palabra sarcasmo proviene del griego « sarkasmós», que significa algo así como «mordedura de labios», e indica burla, desprecio, crítica, censura, ironía mordaz o incluso insulto.
Ironía y sarcasmo no son sinónimos. El uso de la ironía es la argumentación «por la contraria», es decir, diciendo lo contrario a lo verdadero. El sarcasmo, por otro lado, es más agresivo y denota un tono burlón, despectivo y agresivo. De todos modos, en el uso popular esta diferenciación no es del todo relevante.
La sátira es el tipo de texto literario privilegiado en el uso del sarcasmo, y en la oratoria se suele utilizar como forma de argumentación. La sátira utiliza el sarcasmo para criticar los defectos de una sociedad en torno a un tema particular, y en la oratoria se utiliza para evidenciar y enaltecer el propio argumento a través de la ridiculización y ataque al otro.
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¿Cómo utilizamos e identificamos el sarcasmo?
En general todas las personas entendemos el sarcasmo y, en mayor o menor medida, somos capaces de utilizarlo. Cuando una persona no entiende el sarcasmo es inmediatamente advertida y se convierte en el principal objetivo ya que no entiende los chistes, comentarios indirectos y burlas.

La detección del sarcasmo es una habilidad social básica, y si se detecta rápidamente en niños pequeños puede ser considerada un indicio de algún tipo de deficiencia comunicacional. En la sociedad contemporánea el sarcasmo tomó un rol protagonista no solo en las formas artísticas y humorísticas, sino también en la comunicación cotidiana de las personas. En la cultura popular (música, programas de tv, películas, etc) todo el tiempo vemos personajes que basan su personalidad en el uso del sarcasmo, o la incapacidad para detectarlo ( Sheldon Cooper es el mejor ejemplo).
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El sarcasmo ejercita nuestro cerebro

En reiteradas oportunidades los científicos se han dado a la tarea de entender cómo funciona la detección y el uso del sarcasmo en nuestro cerebro. En una investigación reciente, llegaron a la conclusión de que el sarcasmo realmente ejercita el cerebro, ya que para detectarlo y usarlo efectivamente requiere un mayor esfuerzo. Además, los científicos observaron que el sarcasmo estimula razonamientos complejos que ayudan a resolver diferentes situaciones problemáticas con mayor creatividad y eficiencia.
El esfuerzo necesario para percibir el sarcasmo implica, de hecho, la capacidad de comprender una forma diferente del lenguaje. Implica diferenciar cambios sutiles en el tono de voz y la selección de palabras y expresiones clave que, si bien varían en función del idioma, siempre tienen un dejo de ridiculización o absurdo. El ejercicio mental es similar al de leer entre líneas: para comprender el sarcasmo debes identificar un mensaje que no se está diciendo de forma explícita.
¿Un detector de sarcasmo? ¡Qué buen invento!
El sarcasmo es parte de nuestra vida cotidiana... Y nada mejor que Los Simpson para demostrarlo:
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