La Calabria, en la punta de la bota de Italia

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La región de Calabria, en el sur de Italia, formada por las provincias de Catanzaro, Reggio di Calabria y Cosenza, se extiende por algo más de quince mil kilómetros cuadrados. En el siglo VIII a.C. formaba parte de la Magna Grecia, civilización que dejó su legado estampado allí.

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Las ciudades de Reggio Metaurum, Sibaris y Lautris dominaban la política, mientras que Crotona era la capital cultural. Todas esas ciudades ya eran florecientes antes de caer bajo el poder del tirano de Siracusa, y luego bajo la dominación romana. Más tarde llegaron los suecos y tras ellos los normandos. Tan bello lugar provocaba mucha codicia y todos querían que formara parte de sus posesiones.

Un lugar perfecto

Sus costas se prolongan a lo largo de setecientos cincuenta kilómetros. Son altas y rocosas, bordeando el Mar Tirreno pero llanas y arenosas junto al Mar Jónico. No obstante, tanto en el Este como en el Oeste, el mar es igual de azul y transparente. La montaña nunca está demasiado lejos. A unos dos mil metros de altitud, desde las cimas nevadas, se ven las playas rebosantes de sol que bordean los dos mares, el de la Costa de Jazmín al este y el de la Costa Violeta al oeste. En los macizos de la Sila y el Aspromonte aún moran los lobos, como para recordarnos que la naturaleza no desea perder todos sus dominios y algunos los mantiene en reserva y protegidos.

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Podemos arribar a ella por medio de modernas carreteras, por supuesto, pero los caminos más agradables fueron, son y serán siempre los del mar, ya que así conoceremos centenares de pequeños puertos dominados por castillos, algunos semejantes a las viejas fortalezas del Líbano. En estos miles de kilómetros cuadrados de arcilla verde estampada de violeta, la naturaleza concentra sus encantos, como en la Costa Azul o en la Costa Esmeralda.

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Calabria, la bonita

Si se llega por tierra hay que bajarse del autopista en Scilla (cuyo nombre procede del monstruo mítico que en La Odisea vigilaba la entrada del estrecho y la Playa de las Sirenas) y visitar con tranquilidad la Riviera Calabresa, la Chianelea, el castillo del príncipe Ruffo, el puertecito de San Roque y Bagnara Calabria, conocida por los bellos vestidos de sus mujeres y por un deporte no muy común: la pesca con espadón.

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No puede faltar  tampoco una ascensión al Monte Sant’Elia, a pico sobre el mar, desde donde se disfruta de una espectacular vista sobre el estrecho, sobre las Islas Eólicas y sobre el Aspromonte, que cierra casi enteramente la provincia llevando sus contrafuertes hasta el litoral marítimo.

Una región distinta dentro de Italia, llena de encanto por ser tan exótica, toda una maravillosa fuente de inspiración aguardando al artista que sepa captarla.

¿Han visitado La Calabria? ¿Les gustaría hacerlo?