La historia de esta bella iglesia es muy azarosa. Santa Sofía fue erigida en el año 325, quemada en el 404, reconstruida nueve años más tarde, devastada de nuevo por el incendio del año 532 y fundada definitivamente el 27 de diciembre de 537. Fue en un comienzo Basílica y ahora es el Museo y Centro Cultural de Aya Sofya. Aunque pareciera dedicada por su nombre a una Santa de nombre Sofía, no es así, sino que hace referencia a la palabra griega Sophia, o sea “sabiduría”, por lo cual la traducción correcta sería Iglesia de la Santa Sabiduría de Dios.
La belleza de Santa Sofía, en Estambul


Colosal templo
Esta construcción posee un destello único que la hace ver como el monumento por excelencia. Su disposición ha servido como modelo para muchas otras de planta cuadrada (si bien su base es ligeramente rectangular, puesto que mide 71 metros por 77).
Durante la Edad Media el atrevimiento de su cúpula, que mide 31 metros de diámetro y se levanta a 55 metros del suelo, ha inspirado a la gran mayoría de los constructores de la época.

Fueron precisos más de diez mil obreros para construir, con ladrillos ultraligeros, fabricados especialmente en la Isla de Rodas, la enorme cúpula en la que se abren cuarenta ventanas. Hasta en los más apartados rincones del planeta, donde los arquitectos oyeron hablar de Santa Sofía y su esplendor, se han reproducido los mosaicos de la famosa basílica. Pero han sido sólo eso, copias, porque nadie ha podido igualar el arte religioso bizantino.
Espacio que jamás olvidarás
Algunos de los paneles originales han perdurado y se le sumaron otros más recientes. En Santa Sofía, como también en otras iglesias de esa época hoy transformadas en mezquitas, Kilise Camii, Mollazeyrek Camii y Fethiye Camii, los mosaicos son testimonio de la evolución del arte bizantino, que va desde el expresionismo narrativo hasta la trascendencia alegórica. Los pequeños dados de cerámica con los que se confeccionaban estaban coloreados con óxidos, a veces se los revestía con delgadas láminas de oro o de plata que eran protegidas a su vez por una fina capa de cristal, lo cual producía un destello inalterable.

A la entrada de Santa Sofía, el mosaico del tímpano, encima de la Puerta de Bronce, representa una Virgen con el Niño a la que el emperador Constantino le ofrece la ciudad de Constantinopla (hoy Estambul) y su par Justiniano la Basílica. Otra de las maravillas que la engalanan es un soberbio mosaico con fondo de oro que data de la segunda mitad del siglo IX, la Deesis, donde destaca una imagen de Cristo de asombroso realismo. Todo el conjunto es digno de verse y emociona hasta aquellos que no sienten fervor religioso, no hay duda.
¿Conocías acerca de Santa Sofía? ¿Te gustaría ir a visitarla?







