En Jordania el pasado y el presente conviven en un fascinante contraste. Durante seis mil años la región ha sido una encrucijada de la historia: asirios, israelitas, griegos, romanos, bizantinos, persas, árabes, cruzados y turcos atravesaron su territorio dejando allí los templos que levantaban para sus distintos dioses, los palacios que edificaban para sus diferentes reyes y las tumbas con las que honraron a sus muertos.
Jordania, el país de los cielos azules

Todos combatieron por el control de las rutas comerciales que cruzan el desierto desde Arabia.
Historia de Jordania
De sus ardientes arenas surgieron los seguidores del profeta Mahoma en el siglo VII y los guerreros beduinos que derrotaron a los turcos en la Primera Guerra Mundial. Los viajeros actuales pueden revivir toda esa apasionante historia de la que hay vestigios en abundancia.
Desde el Monte Nebo, donde Moisés contempló por primera vez la Tierra Prometida, la vista corre por el valle hasta el río Jordán y la antigua ciudad de Jericó, la de las célebres murallas. Hacia el sur el Mar Muerto brilla, calmo, bajo los intensos rayos del sol. Rebaños de cabras y ovejas pastan en las oscuras laderas, probablemente igual que hace miles de años.

Se descubrieron en Jordania cientos de estatuas, tumbas y sellos reales de muchos pueblos, pero ninguno dejó tanto como el romano. En Amman, por ejemplo, se levanta un teatro con capacidad para seis mil personas y más arriba, en la ciudadela, están las ruinas de un vasto templo dedicado a Hércules.
48 kilómetros hacia el norte está Jerash, considerada por los arqueólogos como una de las ciudades romanas mejor conservadas del mundo, ubicada en un protegido valle en medio de las colinas de Gilead.
Se ingresa a ella a través de un Arco Triunfal de doce metros de altura (erigido para conmemorar la visita del emperador Adriano entre los años 129 y 130) y se pueden vislumbrar las ruinas del hipódromo y del Foro rodeado de altivas columnas jónicas.
Hacia el sur veremos las gradas esculpidas de un hermoso teatro y sobre él, coronándolo, un templo dedicado a Zeus. También subsisten las paredes de las termas públicas. Jerash formaba parte de la Decápolis, liga de ciudades libres establecidas a lo largo de la ruta comercial de las caravanas.
En su calle principal se intercambiaban especias, sedas, incienso, hierbas aromáticas, piedras preciosas y marfil. En el año 747 un fuerte sismo destruyó parte de la ciudad y para cuando llegaron las Cruzadas ya estaba abandonada.
Tierra de valientes
Los cruzados levantaron el castillo de Kerak, fortaleza que se yergue sobre una colina aislada a ciento veinticinco kilómetros al sur de Amman y tiene como característica que tres de sus lados dan sobre el precipicio. Saladino, el gran caudillo musulmán, tomó el lugar tras cinco años de asedio.
Cien kilómetros hacia el sur está Petra, la eterna, escondida entre las montañas. Fue construida por los nabateos alrededor del año 350 a.C. En el 106 de nuestra era la conquistaron los romanos y continuaron embelleciéndola.

Y ya sólo nos queda por visitar Aqaba. El puerto abarrotado de camiones y estibadores ocupa el lado este de la ciudad y al oeste está la playa bordeada de bellos hoteles a los que llegan los aficionados al buceo que se deleitan con los peces y plantas exóticas de los bancos de coral, en el fondo de las aguas cristalinas del Golfo.
Tierra de luces y sombras, el sol del desierto y la oscuridad de los templos excavados en la roca. Jordania, perdida en el tiempo, venerando su pasado y apostando al futuro. ¿No querrías conocerla?
¿Conocías la historia de Jordania? ¿Qué te parecen sus paisajes?







