Integración musulmana en Europa: nuevo conflicto en Suiza en torno a una piscina escolar

Datos de hace algunos años estimaron que en Europa vivían alrededor de 46 millones de musulmanes, algo así como el 6 % de la población total del continente.

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El número ha aumentado de manera significativa —y problemática— con la crisis de refugiados y los millones de desplazados por la guerra, que llegan de países islámicos, principalmente  Siria pero también Irak y Afganistán.

La integración de los musulmanes a las sociedades de los países europeos es un asunto especialmente espinoso, cargado de tensiones y diversas complejidades políticas y sociales.

Los abordajes más comprensivos de esta problemática deben conjugar un delicado equilibrio entre el respeto a la libertad religiosa y el rechazo a prácticas y costumbres ancladas en esas creencias, que son inconvenientes, contraproducentes, o incluso retrógradas y brutales (como el trato a las mujeres o los homosexuales).

En el trazado de esa difusa línea que separa ambas actitudes se sitúan todos los grandes conflictos del mundo musulmán en Europa, incluyendo algunos recientes bastante sonados y de difícil resolución, como aquellos en torno al burkini en Francia ante algunas medidas de gobiernos municipales.

¿Se debe respetar la libertad religiosa de las mujeres musulmanas, también cuando esa libertad consiste en elegir su propia opresión?

Imagen BBC

El lugar que ocupan las mujeres en el islam, la relación entre hombres y mujeres musulmanes, y cuestiones de índole sexual y de género —que, dicho sea de paso, están atravesando agitaciones y conflictos también en el mundo occidental—, han probado ser los asuntos de más difícil convivencia entre las sociedades secularizadas europeas y las tradiciones religiosas islámicas.

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Un nuevo conflicto en torno a esto tuvo lugar en Suiza, según reporta el New York Times.

Cuando la religión frena la educación

Imagen Thinkstock

En 2008, autoridades escolares de un instituto educativo en Basilea, Suiza, ordenaron a una pareja musulmana que inscribieran a sus dos hijas en clases de natación obligatorias, pese a que los padres se negaban a que sus hijas compartieran la piscina con niños varones.

Las autoridades concedieron algunas facilidades: permitieron, por ejemplo, que las niñas, de 9 y 11 años, cubrieran su cuerpo con burkini y que se prepararan para la clase sin presencia de niños.

Los padres, Aziz Osmanoglu y Sehabat Kocabas, ambos con doble nacionalidad turca y suiza, siguieron negándose, por lo que la escuela les impuso una multa de $1.400 francos suizos, alrededor de $1.380 dólares. La pareja decidió entonces demandar a la escuela, argumentando que las autoridades “violaron la libertad de pensamiento, consciencia y religión” garantizada por la Convención Europea de Derechos Humanos.

El caso fue a parar a la Corte Europea de Derechos Humanos.

Este martes, ese organismo respaldó a las autoridades de la escuela y rechazó el argumento de los padres de las niñas.

Según el dictamen, “el interés público por el cumplimiento de las actividades curriculares completas de la escuela, deben prevalecer por sobre los intereses privados de los demandantes de obtener una excepción en las clases de natación mixtas para sus hijas”.

Este fallo puede sentar un precedente para muchos otros casos similares en los que la disputa gira en torno a la libertad religiosa versus la integración social.

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El tribunal encargado de tomar una decisión en este caso, formado por siete jueces de diferentes nacionalidades, no negó el hecho de que esta decisión interfiere con la libertad religiosa de los padres, pero enfatizó que los deseos de la familia en este caso están subordinados a la necesidad de cohesión social e integración de las niñas.

Agregaron además que la escuela juega un rol fundamental en el proceso de integración social, especialmente cuando se trata de niños de origen extranjero.

Solicitar una exención en las clases mixtas por motivos religiosos está previsto en el sistema educativo de Suiza, pero para eso, las alumnas deben haber superado la etapa de la pubertad, que no era este el caso.

Qaasim Illi, miembro del Consejo Islámico Central de Suiza, criticó la decisión de la corte en Twitter, hablando de intolerancia:

"El veredicto es desafortunadamente el que esperábamos. La tolerancia hacia la religión está disminuyendo en toda Europa".

Se podría decir que la palabra "tolerancia" ha sido a esta altura abusada y ahora sirve a propósitos muy dispares.

No parece haber en este caso ningún matiz intolerante en absoluto, sino la predilección por ciertos valores que en una sociedad laica y plural no son solamente deseables, sino fundamentales.