Cada cultura tiene su propia forma de lidiar con los muertos ya sea incinerando o sepultando sus restos, pero en Hong Kong ya no saben qué hacer con los cadáveres ya que no hay espacio en los cementerios y la espera para poder disponer de las cenizas puede tomar años.
Habitantes de Hong Kong no tienen donde caerse muertos (literalmente)


En este exprotectorado británico que ahora forma parte de China pero con un sistema de administración propio y más occidental, los c uerpos se incineran para luego depositar las cenizas en urnas dentro de los columbarios, pero por la falta de espacio hace que tan solo conseguir ese pequeño lugar se convierte en toda una odisea.
Hong Kong: sin lugar para sus muertos

El popular refrán «no tiene donde caerse muerto» tiene un significado literal para los más de 7 millones de habitantes de Hong Kong, isla donde se vive una verdadera crisis a la hora de qué hacer con los cuerpos de quienes fallecen.
Normalmente, el gobierno ponía a disposición de las personas un espacio para depositar las cenizas de sus seres queridos en columbarios a un precio razonable, pero ya no hay lugar y el tiempo de espera para una lugar puede tomar varios años.

La costumbre en este territorio chino es incinerar a los muertos o si se les entierra por ley están obligados a sacarlos e incinerar el cuerpo tras 6 años. Los cementerios de la isla famosos por sus espacios verticales están completamente copados.
Muchas familias que no pueden costear los más de $ 130 mil dólares que puede llegar a costear un espacio en un columbario privado, deben ingeniárselas para buscar un lugar para sus muertos en cementerios de la China continental debiendo viajar 500 kilómetros para ello.
Dadas las supersticiones chinas, el quedarse con las ánforas de sus seres queridos en casa no es una opción ya que se teme a los fantasmas, y la costumbre es utilizar columbarios para colocar las cenizas y poder visitar a sus seres queridos en ellos.
La crisis en Hong Kong promete ponerse aún peor, ya que el Gobierno anunció un endurecimiento de las leyes que rigen las funerarias privadas (existe un sistema público colapsado) y gran parte de estos negocios no cumplen con las regulaciones mínimas por lo que serían cerrados el próximo año empeorando aún más el problema de espacio para las urnas que ahora afectaría también a los más ricos.
Un problema más para los cementerios de Hong Kong, lugar donde el acceso a viviendas es cada vez más difícil ya sea para los vivos o el descanso de los muertos creando una crisis humanitaria y de salud pública que parece no tener solución.
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