Grecia: pasear por Atenas

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Grecia forma parte de Europa pero es distinta, original en todo. Su territorio dividido entre tierra firme e islas ya la hace diferente. Su idioma particular, su música, su vino tan renombrado y sus exquisitas comidas van sumándose a esas diferencias que nos atraen y nos dan ganas de conocerla más a fondo.

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El son brilla de manera única en tierras griegas, la luminosidad envuelve y hace ver aún más blancos sus edificios, más verdes sus pinares y más intensos los colores de sus barcos.

La Acrópolis. El pasado de Grecia

Un paseo por Atenas nos lleva del presente al pasado en apenas minutos. Aquí y allá se vislumbran ruinas antiguas. Domina la ciudad el máximo exponente de éstas: la Acrópolis. En ella, como figura central, el Partenón, templo dórico de formas perfectas, obra del genial Fidias.

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Pero el pasado revive no sólo al aire libre sino también en los museos. No se pueden dejar de visitar el de la Acrópolis, el del Ágora, el Cerámico y el inmenso Museo Nacional que es uno de los más importantes del mundo.

Todos los paisajes de Grecia son variados. Desde sus montes de más de 2000 metros hasta su impactante costa marítima pueden verse los ríos que bajan en torrente. En sus márgenes hallaremos tanto pueblos anclados en la montaña y en el tiempo como florecientes ciudades, ambos construidos alrededor de Iglesias con su inconfundible cúpula.

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La hospitalidad griega

El pueblo griego tuvo el honor de que los dioses eligieran su tierra para morar y el Monte Olimpo está allí para recordárselo siempre, así es que los moradores son orgullosos y con motivo; pero no por ello dejan de ser amables, hospitalarios y generosos. Se brindan por completo al recibir a la gente que los visita.

Aman bailar y toda ocasión es buena para un festejo, aún en la taberna más típica y sencilla escucharemos la música tradicional y podremos disfrutar de un agradable momento sin sentirnos extraños pues nos obligarán, textualmente, a tomar parte de sus celebraciones.

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Atenas

Atenas, con sus puertos y las carreteras que la unen a Europa, es un nexo entre las islas y el resto del continente. En ella la vida bulle, los distintos idiomas que se escuchan lejos de desunir unen. Para llegar a la costa pasearemos entre olivares y viñedos y en El Pireo y Salónica disfrutaremos de las comunidades portuarias.

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Además, en la llamada Costa de Apolo encontraremos establecimientos de recreo (playas, marinas, complejos hoteleros y estaciones termales) con restaurantes sobre terrazas que miran al mar, ese mar surcado de bellísimas islas en las que nos esperan aún muchas más gratas sorpresas y del que podremos disfrutar en un próximo viaje.

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