La pornografía no existe en el arte. Eso es lo que te dirán muchos artistas contemporáneos si les preguntas sobre sus obras eróticas. Pero lo curioso es que aquello que los nazis consideraron « arte degenerado» no tenía desnudos ni connotaciones sexuales. Ese fue el caso de Paul Klee, un pintor alemán perseguido por el Tercer Reich por su arte «judeo-bolchevique».
Google homenajea al pintor «degenerado» perseguido por los nazis


Castillo y sol, 1928.
Suizo pero no tanto

Klee nació el 18 de diciembre de 1879 en Münchenbuchsee, Suiza, pero no consiguió la nacionalidad de su país natal en vida. Lo haría de manera póstuma, seis días después de su muerte. Es que la ley suiza determinaba que los hijos heredaran la nacionalidad de su padre, en este caso, la alemana.
Hijo de músicos, Klee estudió en prestigiosas instituciones artísticas. Se formó en música y llegó a destacarse en violín. Incluso tocó en la Orquesta Sinfónica de Bern entre 1903 y 1906. Si bien más adelante optaría no dedicarse a la música sino a las artes visuales —por falta de interés o rebeldía, quizás—, suele decirse que sus pinturas abstractas tienen cierto matiz musical, en el uso de colores disonantes, por ejemplo.
En sus primeros años Klee también escribió poesía y obras de teatro, algo que da para suponer que, sin importar el camino elegido, estaba destinado a ser un gran artista.
Años abstractos

Ohne Titel, 1914.
Sus estudios sobre la pintura empezaron en la Academia Múnich, de las más prestigiosas de la época. Sus maestros se interesaban por la pintura figurativa y las alegorías, pero Klee no elegiría ese camino. Un viaje de seis meses a Italia en el que admiró las obras de los artistas renacentistas confirmó su determinación: el camino figurativo no era el suyo.
En una de sus frases más iluminadoras, el artista explicó su conexión con el color:
«El color me posee, no tengo necesidad de perseguirlo, sé que me posee para siempre… el color y yo somos una sola cosa. Yo soy pintor».

Salon Tunisien, 1918.
Klee también formaría una familia: en 1906 el artista se casó con la pianista Lily Stumpf y un año después nacería su único hijo, Félix. De acuerdo con la Enciclopedia Britannica, el pintor aún luchaba por hacerse un nombre en el mundo del arte y la familia subsistía principalmente con las clases de piano de Lily, mientras Klee se encargaba del pequeño.
A la vanguardia

Globo rojo, 1922.
En estos años Klee empezó a interesarse por los pintores impresionistas y posimpresionistas, como Vincent van Gogh o Paul Cézanne, para después incorporarse a Der Blaue Reiter (El Caballo Azul), una organización de artistas con base en Múnich encabezada por el ruso Wassily Kandinsky y el alemán Franz Marc.
Klee también admiraba a Pablo Picasso y se interesó por los dadaístas, de quienes tomó su humor. No es de extrañar, entonces, que su obra tenga influencias cubistas, expresionistas y surrealistas.
Tiempos violentos

Landhaus in Norden, 1925.
La Primera Guerra Mundial sumió a Klee en la melancolía luego de la muerte en batalla de dos de sus amigos cercanos. Él mismo sería llamado a servir en el Ejército, aunque no llegó a pisar el frente de batalla: pasó sus años militares pintando aviones camuflados, de acuerdo con El País.
Terminado el conflicto bélico, pasó a dar clases en la renombrada escuela de arte Bauhaus, donde explicó su método de trabajo: a través de elementos formales e incluso geométricos, era posible crear composiciones simbólicas.
Arte degenerado

Sueño fuerte, 1929.
Pero todo cambiaría con el ascenso de Hitler. La Bauhaus, así como la Academia Dusseldorf, donde Klee daba clases en el momento, cerraron sus puertas. Al mismo tiempo, el régimen nazi comenzó a confiscar obras de lo que consideraban era «arte degenerado». Según ellos, «el producto de mentes enfermas».
La operación tenía un doble propósito. Por un lado, servía como control ideológico para los intelectuales, tradicionalmente de izquierda, que pudieran amenazar el poder reinante. Por otro, la venta de las obras confiscadas, muchas veces de familias judías, permitió financiar el régimen. Los historiadores lo catalogaron como el mayor robo de arte de la historia, y llama la atención —o no tanto— que en la actualidad muchas de estas obras no hayan sido devueltas a sus herederos.
Klee no fue ajeno a este episodio. Se consideró que, como artista moderno, sus pinturas abstractas eran «degeneradas», por lo que la Gestapo registró su casa, su taller, y confiscó sus obras.
Hacia los orígenes

Wird Erwachen, 1935.
Luego del evento, en 1933 Klee volvería a su Suiza natal, donde empezó a experimentar los primeros síntomas de lo que luego sería identificado como esclerodermia. Si bien la enfermedad lo tuvo lejos de los lienzos por un año, un posterior período remisión desembocaría en una de sus etapas más creativas, que se extendió hasta pocos meses antes de su muerte, en 1940.
Su última pintura se titula Cementerio y muestra un ataúd vacío, con una figura blanca de ojos claros que solo es perceptible cuando se mira el cuadro con una inclinación de 90º a la derecha, como un presagio de lo que, de hecho, llegó.

Cementerio, 1939.
En sus 60 años de vida, Klee dejó más de 9000 obras y cambió la pintura (y el arte, en general) para siempre. Por eso, tiene mucho sentido que Google festeje su cumpleaños.







